ZARAGOZA | El Real Zaragoza se mide al Oviedo, en el regreso de Borja Bastón a La Romareda. Por más que no sea su primera vez, el paso de Bastón por El Municipal siempre parece un acontecimiento. En sus años en Segunda, el Zaragoza nunca estuvo tan cerca de Primera División como en la temporada 14-15, en la que Bastón fue el actor principal, autor de 22 goles. Líder en ataque, siempre pareció un delantero puro, voraz, capaz de llevar al equipo a las puertas del ascenso.
Su lesión en la fase del playoff cambió el panorama, como si una magia negra le negara desde entonces la suerte al Zaragoza. Ese tiempo descubrió a un delantero con proyección, William José, pero el equipo cayó en Las Palmas, a siete minutos del regreso. El tiempo ha demostrado que William José sería más tarde un futbolista objetivamente mejor, pero pareció que con Bastón el ascenso hubiera llegado entonces.
Borja Bastón y su marcha de Zaragoza
Esa historia forma parte de una categoría dolorosa: el de las cosas que nunca llegaron a pasar. Bastón regresó al Atlético de Madrid, que era propietario de sus derechos. Partió pronto al Eibar y vivió experiencias en el fútbol inglés, en el Swansea y el Aston Villa. En España pasó por el Málaga, Alavés, Leganés hasta fichar por el Oviedo. A pesar de que marcó goles con todas las camisetas, nunca vivió un año tan especial como en La Romareda.
El rumor de su regreso al Real Zaragoza pareció una constante de los mercados, pero en los acercamientos hubo una sospecha. Se cree que Borja Bastón nunca hizo el esfuerzo necesario para volver. Quizá por ese motivo el recibimiento de La Romareda siempre ha sido frío. Incluso ha habido sectores de la afición que le dedicaron pitos y reproches. Una estadística agrava ese rencor: el Zaragoza no ha sido capaz de ganar ninguno de los siete partidos en los que se ha enfrentado a Borja Bastón y sus equipos.
Gran delantero, peor compañero
La memoria de aquella temporada parece unánime: el delantero fue el mejor futbolista del curso. Pero desde el vestuario no se tiene un recuerdo demasiado agradable de Borja Bastón, por su comportamiento entre bambalinas. Dueño de los goles del Zaragoza, su actitud pareció poco ejemplar con algunos de sus compañeros. Con un carácter complejo, los testimonios de La Ciudad Deportiva reviven los goles del delantero y siempre le añaden un pero: sus ínfulas de entonces.
Llegó a ser especialmente cruel con los canteranos y a traspasar algunos límites escritos en cualquier grupo. En un fútbol que todavía no estaba cerrado a cal y canto, sus tics quedaron en ocasiones a la vista de todo el mundo. Aunque son sus compañeros los que recuerdan su conducta de ese tiempo.
Nadie ha sido capaz de añadirle matices a su rendimiento en Zaragoza, incontestable en todos los sentidos. Pero sí que encuentran claroscuros en su carácter, sombras que también vuelven en el día de su regreso.