Es una de las excursiones más sencillas y disfrutonas de Cerler: la de Las tres Cascadas. También se conoce como del Bom o de Ardonés. Es sencillita y espectacular. Vale que no es de las de presumir ni por distancia -poco más de 6 kilómetros– ni por desnivel –300 metros-. Pero es una de esas salidas donde vas a disfrutar. Puedes hacerla desde Cerler pueblo -más desnivel (320 metros) y más distancia (poco más de 6 kilómetros) – o acortarla de tal forma que más que una excursión te quede en un ameno paseo. Vamos a este. Subes con el coche por la carretera del Ampriu, por lo que dejas el cuartel a la derecha, y después de un sube y baja verás una explanada a la izquierda en una curva a derechas. Entras, con cuidado, y dejas allí el coche.
Una amplia senda te llevará hasta la primera de las tres cascadas. ¿Puedes ir en el coche hasta el desvío? Puedes. Pero no me seas vaguete. Verás, antes del desvío, en un campito a la izquierda, una especie de espiral de piedras -si sigue allí- que creerás que es algo esotérico. Pues no. Lo siento. No tiene nada de megalítico. Cosas de gente que le da por hacer cosas que no deben.
Una estrecha senda nos conduce hasta la primera cascada. Es sencilla, pero lo mejor es ir con cuidado. Sobre todo si tienes cierta inestabilidad de rodilla o el equilibrio no lo es lo tuyo. Hay algún tramo angosto, pero sin más problema. De hecho te puedes cruzar con ‘bikers’, que siempre tienen que dar preferencia al que va de senderismo. Y en este caso lo hacen. Como después otros tres con los que nos cruzamos dirección a las cascadas de Clotet y Mascarada.
La primera cascada es espectacular. Es finales de agosto y ‘escupe’ un poderoso caudal. La badina que forma anima al baño hasta que lo piensas un par de segundos. Más que nada porque el agua seguro que está más que fresca. Por cierto, una curiosidad. En el año de la Expo Zaragoza, el ensayista y polémico escritor japonés Masaru Emoto por sus ideas sobre la medicina alternativa la visitó. Dicho queda. Volvamos a la excursión. Un puente de metal te lleva a seguir el paseo. Su salida es, quizá, el único punto complicado. Piedra mojada y abrupta que se salva con un pasamanos de hierro. Son unos pocos metros y se agradece esa ayuda extra. Luego, el camino es tranquilo para encadenar con las otras dos cascadas. En estos días, y sin precipitaciones, las verás con un caudal muy menguado. La de Mascarada, un hilillo.
Después de la tercera cascada puedes hacer dos cosas -ir hacia Cerler, lo que es aconsejable- o acortar ladera abajo e ir a por el coche. La caminata a Cerler es muy agradable. El frontal es, sencillamente, maravilloso con la vista a las crestas que se te presentan –Eristes, tucas de Ixeya y Posets-; a la izquierda la pirámide del pico Cerler. Y, además, descubrirás el panel explicativo del papel que jugaron las terrazas que aparecen por la derecha del camino. Son los prados de Paluenga. Recuerdos de épocas más difíciles.
Si has decidido no ir a Cerler, poco después de pasar por la cascada de Mascarada -la última-, desciendes la ladera y salvas un tramo de piedras con cuidado antes de cruzar un puente y remontar al coche por el camino que bajaste. Sin duda, Las tres Cascadas del Boom es una de esas excursiones sencillas que cada vez tiene a más gente. Es una ruta eminentemente familiar para pasar una buena mañana (casi) sin agobios.