ZARAGOZA | Jorge Mas se atrevió a pronunciar el objetivo que Juan Carlos Cordero y Raúl Sanllehí siempre evitaron. “De mí no vais a escuchar la palabra ascenso, me niego”, llegó a decir Cordero cuando tuvo que dar las claves de su mercado en verano. “Queríamos haber ascendido ayer”, replicó Jorge Mas en su paso por Zaragoza durante las navidades.
No solo ha pasado la mitad de la competición desde entonces, sino que se ha visto a un equipo bipolar, ilusionante y deprimido al mismo tiempo, ganador y vencido en una misma vuelta. La dinámica se volvió insostenible con Fran Escribá y Julio Velázquez, de momento, gusta más en los sensaciones que en los resultados.
El Real Zaragoza debe reformular la temporada, ser un equipo fiable a partir de invierno. Regular. Constante. Ganador incluso cuando pierde. Y eso pasa también por una corrección del equipo en los momentos de la verdad, en el tiempo que más ha fallado hasta ahora. El Zaragoza es el peor equipo de toda la competición a partir del minuto 75 de juego: nadie ha perdido tanto en ese punto de los partidos. Y ningún tramo parece más decisivo en el relato de las temporadas.
La diferencia de opiniones refleja también muchas cosas. El mensaje de Mas no solo iba dirigido a la afición, sino a los que ocupan la escala inferior de poder. Raúl Sanllehí siempre tuvo las llaves de muchas cosas, pero su autoridad parece menor ante la aparición del presidente. En ese momento, no pasa de ser un regente, con más nubes que claros hasta la fecha. El siguiente escalón lo ocupa Juan Carlos Cordero, que ha hecho una apuesta de autor con Julio Velázquez. El relato del Zaragoza se resume, por tanto, a través de adverbios. Para el ascenso de ayer, urge mejorar el hoy y el mañana. En el hoy está centrado Velázquez, volcando a su grupo en una pretemporada invernal. Y el mañana le corresponde mejorarlo a Cordero, que pretende completar en el mercado de enero la plantilla que empezó a diseñar en verano.
El Real Zaragoza no puede permitirse otra temporada de transición y busca cubrir en la segunda vuelta los defectos que encontró en la primera. Si la paciencia nunca caracterizó a Jorge Mas y el grupo empresarial que representa, la afición tiene motivos lícitos para esperar respuestas en el césped y no solo ante los micrófonos. Allí, en el fútbol y no en los despachos, se escribirá el final del relato. Solo en primavera se verá si estuvimos en el invierno de nuestras vidas.