ZARAGOZA | El fútbol reunía a Barbastro y Barcelona, en un duelo hecho a la medida exacta de la Copa del Rey. Entre los dos equipos solo coinciden las tres primeras letras del abecedario. En el resto de las cosas, se enfrentaban dos mundos diferentes. El glamour frente al barro, el laurel ante el racimo. La reedición de un cuento ya visto y único al mismo tiempo: un gigante frente a la sorpresa, el trono y un matarreyes; David contra Goliat. Uno buscaba escribir el partido de su vida, el otro cumplir su expediente. Sucedió más bien lo segundo.
No quería sorpresas el Barcelona y salió con casi todo lo que tenía, mejor preparado que el curso pasado, con nombres que evitaran la hazaña. Silenció el ruido y la megafonía con una posesión larga, con un fútbol académico, que se conjuga de pe a pa. Le costó progresar, protegido el Barbastro en su caparazón, ganador de las batallas más emocionales, derrotado a partir del minuto 20. El aviso llegó a través de Araújo, en un remate que solo detuvo un milagro de Arnau. Aplaudió Szczesny la parada de su espejo. Fue el signo de una resistencia imposible, el preludio del gol. Lo marcó, de manera inmediata, Eric García, validando los pronósticos, cumpliendo la ley de la lógica.
Consciente de que con el fútbol no bastaba, el Barcelona mostró oficio, se aplicó en los detalles, creció a través de las cosas más elementales. En un partido sin confeti, supo mancharse las medias, marcar dos veces a balón parado. En el segundo tanto, Lewandowski congeló el tiempo, levitó, se sostuvo en el aire. Marcó de cabeza, nítido y suave, con la naturalidad de siempre, sin importar el foco que le alumbra. “¿Y tú de qué comes?”. “Del gol”, respondió Lewandowski antes de caer al suelo. Anulada la sorpresa, el Barcelona se dedicó a madurar su ventaja, a buscar una oportunidad tras otra, a ganar aplausos, márgenes y distancias.
La reanudación cambió poco las cosas y Lewandowski volvió puntual a su cita con el partido. Fue un funcionario del gol, un tipo sin escrúpulos. Ahí estaba él, consciente de que cualquier tanto cuenta, capaz de hacer del arte más buscado una simple rutina. Enlazó pases el Barcelona y la mera repetición de los nombres asustó a cualquiera: de Araujo para Íñigo Martínez, desde De Jong a Pablo Torre, de Eric García a Fermín, de Pedri para Lewandowski. Después, como relevo de Pedri, llegó Gavi, un jugador hecho de talento, de alma y de rabia.
Cuando el partido ya estaba resuelto, un duelo congeló la sangre de un estadio, el alma de toda una localidad. Jaime Ara y Gavi chocaron y el fútbol se tuvo que detener. Pablo Torre retomó el pulso del partido y marcó el cuarto gol del Barça, tras aprovechar un error de Arnau Fàbregas en la salida del juego. Pareció un desenlace duro, especialmente doloroso para el mejor signo de supervivencia del Barbastro. Con el resultado ya cerrado, quedaron las últimas balas de los oscenses, que buscaron el gol de la honra por el carril de Hugo Bautista. Sito Barrera también lo probó en la banda opuesta, hasta levantar la hinchada del Municipal de Barbastro.
Ganó el Barcelona, pero el Barbastro mostró una imagen valiente y digna en la derrota, también una victoria poética en sus gradas. Con una nota adicional: una petición de matrimonio que será viral en las próximas horas. Durante el duelo, se llenó de color toda una localidad, en busca de un deja vu o la repetición de un sueño. No contribuyó el Barcelona, concienciado de que sus resbalones deben llegar en los despachos y no en el césped. Venció porque tuvo el talento de su lado y también el oficio y la memoria. Marcó goles sin destellos, tantos sin glamour, en una noche que fue para el Barbastro una fiesta y para el Barça un trámite.
El triunfo del Barcelona demuestra algunas cosas: la fe conmovedora del Barbastro y las distancias entre dos mundos. También que en este juego los relojes no suelen pararse dos veces en la misma hora. Y que Lewandowski no entiende de sueños ni leyendas.
Ficha técnica:
UD Barbastro: Arnau (Víctor Méndez, 84’); Bautista, Arroyo, Santigosa, Israel, Sito; Javito (Manu Castillo, 78’), Jaime Ara (Gastón Íñigo, 55’), Albín; El Haddadi (Marc Prat, 55’), Guille Alonso (Jurgi Oteo, 78’).
FC Barcelona: Szczesny; Koundé (Sergi Domínguez, 62’), Araujo, Íñigo Martínez (Cubarsí, 62’), Gerard Martin; De Jong; Éric García, Pedri (Gavi, 46’); Pablo Torre (Toni Fernández, 81’), Lewandowski (Ansu Fati, 62’), Fermín López.
Tarjetas: Guille Alonso (43’), Lewandowski (51’).
Goles: 0-1 Éric García (21’), 0-2 Lewandowski (31’), 0-3 Lewandowski (47’), 0-4 Pablo Torre (56’).