Poco positivo se puede sacar del encuentro entre el Real Zaragoza y Osasuna para los intereses blanquillos. Los de Idiakez sumaron un punto y lo más triste es que deben irse satisfechos con ese botín porque podía haber sido mucho peor. Algo que parece que no tienen claro ni Idiakez ni sus jugadores. En sus declaraciones tras el partido, aseguraron haber realizado una buena primera parte y haber dispuesto de ocasiones para ganar. La autocrítica brilla por su ausencia.
Y ese es uno de los grandes males de un equipo cuando se debe cambiar una dinámica negativa que ni siquiera se reconoce por sus protagonistas. Hace unas semanas, Idiakez realizaba unas lecturas realistas de los partidos, confirmando lo que todos veíamos sobre el césped y poniendo de manifiesto los aspectos a mejorar. Ahora, quizás en un gesto de protección hacía sus jugadores, el míster zaragocista no se ha mostrado todo lo realista que era de esperar. Sin reconocer los errores que se cometen resultará imposible poder trabajarlos y solucionarlos.
Esos errores son numerosos y se acumulan y agrandan con el paso de las jornadas. En la primera parte ante Osasuna, el Real Zaragoza hizo un gol a balón parado en la única ocasión en la que fue capaz de aprovechar este tipo de jugadas ensayadas. Durante el resto del encuentro, los de Idiakez se empeñaron en sacar en corto y en buscar una combinación de balón en las inmediaciones del área navarra que eran incapaces de conseguir, ni a balón parado ni en jugada. El balón parado no fue correctamente aprovechado por los zaragocistas y este debe ser un recurso a explotar ante la falta de combinación y movilidad demostrada en los últimos encuentros.
La lesión de Gual hizo que Soro entrara en la punta del rombo, adelantando la posición de Pombo como acompañante de Vázquez. Soro siempre aporta un plus de dinamismo y velocidad, pero ayer no tenía compañeros con los que asociarse, lo que le hizo estar mucho menos inspirado. El gran papel de los primeros partidos de Liga de jugadores como Vázquez o Pombo ha quedado totalmente diluido. El canterano está regresando a su peor versión, la de la temporada pasada, cuando se obcecaba en buscar la portería contraría de forma individual.
A la falta de llegada y poco aprovechamiento del balón parado, se une el gran handicap zaragocista: la defensa. Idiakez volvió a confiar en la pareja Verdasca – Perone. A estas alturas, debe ser el único que piensa que estos dos centrales son los que mayor seguridad pueden aportar al centro de la zaga. La regularidad que hay que encontrar en la defensa es la mayor asignatura pendiente de Idiakez. De la pareja Grippo – Alex Muñoz en las primeras jornadas se ha pasado a una radicalmente diferente, agotando por el camino casi todas las combinaciones posibles.
Y aquí surge una gran pregunta… ¿Qué pasa con Alex Muñoz? ¿Alguien piensa que Perone mejora las actuaciones de Muñoz en las primeras jornadas de Liga? Idiakez debe ser el único que continúa sosteniendo este planteamiento. De la seguridad defensiva de las primeras jornadas, los pocos goles encajados y una salida de balón más que correcta, se ha pasado a errores infantiles, dudas cada vez que el balón llega al centro de la defensa y un atasco en el juego zaragocista que llega desde la primera línea. Está claro que este mal rendimiento y los cambios en el centro de la defensa van directamente ligados, no puede ser casualidad.
También está siendo muy criticado el sistema de Idiakez, con muchas voces contrarias al rombo de la pizarra zaragocista. Solo hay que remitirse a los resultados y las sensaciones de juego para darse cuenta de que el sistema no es el culpable. Con el rombo llegaron los primeros goles y puntos de la temporada. El nombre de quienes componen ese sistema sí puede ser el problema. A la ausencia de Muñoz y Grippo, se puede añadir la de Igbekeme. El nigeriano tuvo minutos ante Osasuna tras su lesión y mostró mucha más movilidad y mejor físico que todos sus compañeros del centro del campo juntos. Ros no rinde igual sin un jugador dinámico y rápido como Igbekeme a su lado. Y, no nos engañemos, el capitán Zapater no está a buen nivel.
Muchos pueden ser los males del Zaragoza, pero sobre todo uno por encima del resto, no hay timón. Una dirección necesaria que debe llegar desde el banquillo. Más allá de sistemas y nombres debe haber sobre todo una voz que marque el camino, lea los partidos y analice como contrarrestar las virtudes del rival. Idiakez aquí está fallando. Ante Osasuna, su falta de lectura fue tal que ni siquiera llegó a realizar el tercer cambio zaragocista. Los futbolistas juegan y los entrenadores ordenan, deciden y mandan. Todas esas premisas se han perdido en el Zaragoza. Si no se corrigen, será al Real Zaragoza al que perderemos y cuando se quiera recuperar el rumbo, puede ser ya demasiado tarde.