El partido del Huesca en Miranda era un reto mayúsculo: no sólo porque se jugaba 3 puntos, ni porque llevara 5 partidos sin ganar, ni porque se podía meter en un lío enorme. Era por todo eso y porque la semana, había venido muy cargada de declaraciones y mensajes de todo tipo, y de fútbol más bien, se había hablado poco o nada.
Quizá incluso podría resultar bueno eso para que Xisco y sus jugadores trabajaran con la tranquilidad y el sosiego necesario que necesitaban, y tras una loca semana con tres partidos donde lo del trabajo había sido anecdótico por aquello de las premuras de tiempo. Así que el partido no era fácil más allá del rival que había enfrente: porque a este Huesca que ha ido perdiendo gas cual refresco burbujeante a cada partido que pasaba, las burbujas ya se le estaban yendo, si es que quedaban, y necesitaba algo a lo que agarrarse.
Así que llegó el partido, envuelto en una mística de encuentro vital y que probablemente recordaremos en unos años, ojalá, como algo importante, porque aquí y ahora les voy a decir lo que me hizo más feliz de la victoria ante el Mirandés. Podría decirles que me hizo feliz la actitud y el trabajo individual de los jugadores. Aunque Andrés estuvo dubitativo en alguna salida y en un par de acciones no cogió el balón a la primera, volvió a estar como un coloso para mantener la puerta a cero. Respeto a quien dude de él, pero la realidad es que sigue dando más de lo que regala.
Podría decirles que estoy feliz porque volvió el gran Pulido, esta vez escoltado por el mejor Ignasi de la temporada. El capitán volvió a ser héroe sacando bajo palos el empate. Mikel estuvo atento a todas y casi hace el 0-2 en lo que podría haber sido un golazo. Pero no sólo fue eso: tuvieron rigor para atajar las embestidas locales, no regalaron nada y fueron generosos en su trabajo y en el de sus compañeros.
Podría decir que estoy feliz por recuperar al Mosquera que hace tiempo no recordaba y del que voy a confesar que he dudado bastante, y no me importa reconocerlo. Podría decir que hasta me gustó el trabajo de Buffarini aunque sé que en esto no me van a acompañar muchos lectores. Podría decirles que me hizo feliz el partido de Gaich, no por su asistencia sino por su trabajo colectivo: aunque siga sin marcar, puede que haya despejado algunas dudas sobre su rendimiento y lo que es mejor para él, creo que se está quitando poco a poco esa losa que llevaba encima por todo lo que se esperaba de él y había demostrado en una dosis muy pequeña.
Podría alegrarme por los cambios de Xisco, porque fueron acertados, en el momento preciso y porque aportaron lo que se les pedía. Podría alegrarme por la victoria que da un aire necesario. Podría incluso decir que estoy contento porque tras el 0-1, quitando faltitas innecesarias, el Huesca supo leer bien lo que necesitaba para terminar sumando los tres puntos.
Podría alegrarme y ser feliz por todo eso y seguramente llevaría razón. Pero voy a confesarles lo que me puso más feliz. La afición tenía un mosqueo considerable porque la temporada no está yendo nada bien, y las expectativas no se están cumpliendo para nada, tal es así que el mensaje ilusionante del inicio de temporada se estaba sustituyendo por el de permanencia y chimpón. Y todo eso, unido a los malos resultados pero sobre todo a la imagen y al flojo rendimiento de la plantilla, estaba dividiendo a quienes criticaban abiertamente al equipo por ser el cuarto presupuesto de la categoría y estar en el puesto 17, y a quienes reconociendo eso, decían que en peores plazas había toreado el Huesca y que seguía siendo un lujo estar y mantenerse en el fútbol profesional.
En esta batalla creo que ambos bandos tenían razón, y la cosa corría serio peligro en dividirse en dos trincheras en las que podría haberse sembrado un caldo de cultivo peligroso. La afición volvió a ser una sola, el equipo le dio lo que necesitaba, y recíprocamente, recibió el cariño y el aliento que seguramente merecía pero que era complicado mostrar por la situación liguera y las sensaciones.
El club, el equipo y la afición volvieron a unirse como hace tiempo no recordaba, y eso me pone mucho más feliz que tres puntos, que está claro que ayudan. Ahora se nos abre el panorama de quienes opinan que esta victoria puede ser un punto de inflexión, que si el equipo hace bien las cosas en los 5 partidos que quedan hasta el final de la primera vuelta, y los refuerzos llegan pronto, el objetivo principal de la temporada puede volver a brillar en el horizonte de todos, o de los que son o somos más cautos y preferimos esperar un poco a ver si lo de Miranda es una continuidad o ha sido solo un espejismo. No piensen que soy negativo: la victoria ha dejado muchas cosas buenas pero como tengo muy reciente la floja imagen de los partidos anteriores, yo aún llevo el miedo y la duda metido en el cuerpo.
Más allá de eso, me gusta mucho más esta diferencia de criterios que la anterior, que era mucho más peligrosa. Enhorabuena a todos: al club por recoger el guante de un par de Peñas y dar la cara con su gente. A la afición por recoger la iniciativa del club y volver a demostrar que no será grande en cantidad, pero que de calidad va muy sobrada, y a los futbolistas por estar a la altura de lo que club y afición esperan y desean. Fue una buena tarde en Miranda. La gente volvió feliz, los que no fuimos también sentimos eso. Sigamos.