Díscolos, rebeldes. Algunos irreverentes e incomprendidos, distintos, maniáticos, indisciplinados y muchas veces incorrectos, pero genios al fin y al cabo.
Podría hablar de muchos, me dejaría otros tantos y seguro que a los lectores no les faltarían nombres que aportar a la lista, pero los genios del balón son así, son como las lentejas: si no las quieres, las dejas. El Huesca tiene un genio con Samu Sáiz, un fenómeno con la pelota, que es feliz con ella en los pies.
Cuando coge el balón todos sabemos que van a pasar cosas, todos ponemos los cinco sentidos en alerta porque algo se avecina. Pero para los pulcros de este deporte, el futbolista no solo debe ser talentoso con la pelota, sino que debe aportar el trabajo y el desgaste necesario para ayudar a sus compañeros en tareas defensivas, presionar como nadie, correr sin descanso y pelearlo todo. Y ha habido, hay y habrá genios que no sepan hacer eso, que no aprendan, que no quieran o no sepan realizar un trabajo oscuro, desagradecido y que desgasta de lo lindo, que suma al colectivo pero descompensa en lo individual.
Algunos no defienden por su propio ego, los menos, otros, como creo que es el caso de Samu, porque no saben, porque a su edad quizá ya sea tarde para exigirles un trabajo tan grande para las actitudes tan excepcionales como las del rubio. Anquela y parte de la afición le recriminan su poca implicación en la defensa colectiva, cosa que se nota siempre, pero más aún en la primera parte frente al Reus, donde Aguilera y Melero eran incapaces de controlar las insistentes embestidas de los visitantes que avisaron 3 veces antes de hacer un gol en la ocasión que parecía más difícil, pues Herrera tenía todo a favor para atajar la pelota y erró su decisión.
Pero tras el 0-1 fue más patente que el esfuerzo que Vadillo efectuaba por su sector, no era tan secundado por Alexander y mucho menos por Samu Sáiz, y el Reus campaba a sus anchas ante un Huesca inoperante que era incapaz de engancharse al partido.
Reconozco que la entrada de Bambock mitigó en cierta forma ese boquete que no paraba de filtrar agua en la zaga oscense, provocado por lo anteriormente mencionado y por la velocidad suprema del mejor equipo que hasta ahora pasó por El Alcoraz, sobre todo en el segundo acto, el Huesca, sin tener muy claro que hacer, supo cerrar ese escape que era el centro del ataque y pudo centrarse, muy poco a poco en buscar a su rival.
La suerte no va ni por rachas ni por los boletos que compres, la suerte se tiene o no se tiene. El año pasado el Huesca no tenía suerte: dominaba, creaba cinco ocasiones, merecía ganar bien, y en la primera que concedía lo vacunaban, y luego, salvo en contadas veces, era incapaz de remontar, sólo tenía el recurso de todos arriba y jugar a la ruleta rusa, y eso no siempre salía bien.
Este año el Huesca tiene suerte: suerte de tener paciencia, suerte de creer en sí mismo, suerte de tener jugadores desequilibrantes, y suerte de que pasen cosas tan claras y palmarias, como que un central con amarilla, haga penalti claro en su área: penalti, expulsión y poco más que añadir.
No sé si se ha reparado mucho, pero la forma de tirar el penalti que tuvo Samu Sáiz es de auténtico genio: tranquilo, confiado, buscando la escuadra donde nunca puede llegar el portero, gol y a otra cosa. La otra cosa fue una jugada por banda de ensueño, un centro medido que le puso el gol en bandeja a Melero y remontada en 3 minutos. Son las cosas de los genios. Repito: entiendo que técnicos, puristas y aficionados que gustan del trabajo y sacrificio de todos los jugadores, reclamen más implicación de alguno, yo les apoyo en esa teoría, pero soy de los que cree en los genios, en que viven en un micromundo donde no hay normas, no hay reglas y reina la anarquía, que es la que genera el talento y la magia, y eso, perdónenme pero no lo cambio por una presión para recuperar la pelota, o por una carrera de 30 metros para seguir a tu marca, por más que el resto del equipo tenga un extra más de esfuerzo.
Y como la cosa hoy va de genios, permítanme unas palabras para Anquela, genio silencioso de este equipo, que huye del halago y del positivismo aunque sea moderado como de la peste, y eso, todavía le hace más grande.
Coincido plenamente contigo, Sergio. En la consideración de Samu como genio, en la buena racha del equipo, las cosas nos salen de cara (excepto el tema lesiones, que no paramos) y eso nos hace estar muy tranquilos y confiados. Incluso en soñar, a lo que yo no me apunto. Y no porque no me guste, sino porque la experiencia me ha enseñado que lo que hoy es blanco, mañana puede ser negro.
Estamos muy al principio, no llevamos ni un 25% de partidos, y si nos viene una racha negativa con varios partidos perdiendo y/o empatando… nos vamos al pozo de la clasificación.
De momento, disfrutemos del presente, dejemos pasar los días y ya habrá tiempo de pensar en cotas más altas, si es el caso. Y no bajemos la guardia ni los brazos, que un error cuesta muchísimo de recuperar.
Absolutamente de acuerdo en el comentario de Anquela. Yo fui muy crítico con él el año pasado, pero sus palabras en una entrevista hacia la mitad de la temporada, su trabajo y puesta en escena de los diferentes jugadores del plantel en momentos delicados me hicieron rectificar. Muy importante el tiempo que ha tenido para hacer su trabajo, se supone que de acuerdo con la dirección técnica (fantástica este verano, la mejor de las que recuerdo en el Huesca con alguna de Helguera), y tenemos una plantilla que no está acusando las bajas. Ninguna, en ningún puesto del equipo. Y eso es muy importante.
Creo que tenemos un equipo muy bueno, un entrenador también excelente que nos permiten disfrutar (ojo, que creo ha habido momentos muy malos, pero el hada fortuna nos ha sonreído en diferentes aspectos) de los partidos y los resultados hasta ahora, soñar en seguir teniendo esta situación el máximo de tiempo posible… pero no quiero mirar la clasificación: ocupemos el lugar que sea, pero semana a semana.
Lo que haya de ser, ya llegará. Entre tanto, que nos quiten lo bailado.