ZARAGOZA | Los números descubren a un Zaragoza peor, con capacidad de respuesta, pero inferior al que se vio en el inicio de la competición. El balance, sin ser devastador, es objetivamente preocupante. El equipo de Víctor Fernández suma 9 de los últimos 24 puntos en juego. Sus tres triunfos en esa fase se explicaron a través del talento y de la épica, nunca del comportamiento colectivo.
Una tendencia parece resumir la peor secuencia del Real Zaragoza: el equipo ha empezado perdiendo en siete de los últimos ocho partidos. Casi siempre mostró capacidad de respuesta, la posibilidad de igualar el marcador. Pero vivió en la ruleta constante, en busca del atajo de su pegada y de la ley que escriben sus atacantes. Funcionó ante el Tenerife y Eldense. Falló frente al Burgos, Sporting, Racing, Almería y Castellón. La hemorragia se agrava en casa, donde el Zaragoza ha encadenado tres derrotas consecutivas. En ellas, ha encajado 7 goles y ha desperdiciado un ambiente único en la categoría.
Al margen de los resultados, el Zaragoza mantendrá al acabar la jornada una posición privilegiada en la tabla, pero su balance admite todas las preocupaciones. Ha perdido fiabilidad defensiva, con 14 goles encajados en las últimas siete citas, 11 en las últimas cinco jornadas. Ha iniciado los encuentros sin el punto de intensidad necesaria y no ha logrado aprovechar unas ventaja sustancial: el lugar que tiene La Romareda en esta historia. Una cifra lo corrobora: el tramo más alto de goles encajados por el Real Zaragoza es ya el que va desde el inicio del partido hasta el minuto 25, dónde el Zaragoza encaja ya el 33 % de sus goles.
Perdedor de duelos, vulnerable en el centro lateral y en situaciones de campo abierto, el Zaragoza atraviesa su peor momento del curso. De momento, ha evitado que esas dudas tengan un reflejo vivo en la clasificación, pero el balance es ya preocupante. Lo que dice el fútbol, lo secunda la estadística. Y los números no engañan.