Makhtar Gueye es en pleno noviembre uno de los fracasos más llamativos de la temporada. Cerrado en la recta final del mercado, el club anunció su fichaje con una campaña de promoción desorbitada. Según Miguel Torrecilla, Gueye era el delantero que siempre habían querido fichar. Los 280 minutos que ha jugado han demostrado que la dirección deportiva se equivocó en su elección. Gueye no se ha adaptado a La Romareda y sus actuaciones han provocado el enfado y la burla en las redes sociales. El rendimiento del delantero tiene ahora el valor de un meme. La broma se acaba al observar un detalle sustancial: Gueye es el jugador mejor pagado de la plantilla.
Makhtar Gueye es un futbolista con muchas limitaciones. Desamparado lejos del área, es objetivamente torpe con el balón en sus pies. Hay que buscarle en el aire, en un contexto muy concreto. A ras de suelo parece un impostor del juego, casi un Ali Dia moderno.
La historia de Ali Dia
El relato de Ali Dia se convirtió en uno de los fenómenos más curiosos del fútbol ingles y se recuerda de un modo especial en Southampton, dónde jugó un solo partido en noviembre de 1996. Ali Dia era un futbolista amateur, que nunca había llegado a la élite, y que logró hacerse pasar por un profesional. El club recibió una llamada de George Weah, galardonado con el Balón de Oro el curso anterior. En la conversación le recomendó a Graeme Souness la incorporación de un primo suyo: Ali Dia. El hecho de que Weah fuera liberiano y su supuesto primo senegalés, no hizo sospechar a nadie.
El Southampton pasaba por un momento de gran dificultad y buscaba respuestas desesperadas. Ali Dia apareció allí, en el lugar oportuno y el momento adecuado. Las coincidencias jugaron también a su favor. Firmó un contrato de un mes, su entrenamiento de prueba llegó en un viernes y su único partido se disputó ese mismo fin de semana.
Matth Le Tissier era la leyenda viva de aquel equipo, uno de los jugadores más exquisitos que se vieron en esa década. Al observar la diferencia entre Ali Dia y sus compañeros, pensó que el chico había ganado un concurso para entrenar con el primer equipo. Al verlo a los dos días en el vestuario antes del partido, pensó que el concurso que había ganado era muy especial. Ali Dia llegó a participar en aquel encuentro y sustituyó curiosamente a Le Tissier, lesionado. Los aficionados tardaron mucho menos tiempo que Souness en darse cuenta de que se trataba de un impostor, de un futbolista amateur que había usurpado el sitio de los profesionales. La expectación se convirtió en una decepción general a los pocos minutos de verlo. El clamor fue tan llamativo que Dia, que había entrado al campo mediada la primera mitad, fue sustituido antes de que se acabara el partido.
Los periódicos señalaron la estafa al día siguiente, que se dio en un fútbol muy distinto al que se juega ahora. Sin acceso a tanta información, muchos de los fichajes se basaban en la primera impresión. Fue en ese punto cuando un futbolista senegalés y su representante consiguieron engañar a un técnico desesperado. Poco después se descubrió la mentira. Alguien se había hecho pasar por el Balón de Oro: George Weah nunca realizó la llamada que dio origen a este relato. Después de aquel partido, en Southampton nunca volvieron a saber nada de Ali Dia.
Gueye, sin goles que cantar
Makhtar Gueye, a diferencia de Dia, sí que ha probado su condición de futbolista profesional en otros entornos. Marcó goles para el Oostende, Nancy o Saint Etienne y parecía una amenaza más consagrada en el fútbol belga. Lo que ocurre es que en Zaragoza, Gueye nunca ha entendido el juego colectivo ni se le ha buscado en su escenario. Útil en el juego aéreo, entorpece con faltas sus duelos en el área y duda de todas sus cualidades. Incluso él ha descubierto que sus defectos con el balón son mucho más visibles en el fútbol español que en Francia o Bélgica.
Lo verdaderamente grave no es el nivel ofrecido por Gueye, muy similar al que han mostrado los últimos delanteros contratados por el Zaragoza: Haris Vuckic, Toro Fernández o Álex Alegría aparecen también en el podio de esas desgracias. Lo llamativo es que Miguel Torrecilla y Raúl Sanllehí le ficharan sin haberlo visto con regularidad, solo a través de la ley del highlight. Los dos se fijaron más en su planta que en sus pies y a Fran Escribá no le queda ahora otra opción que pedir cariño para el delantero.
Partidos como el que se jugó ante el Villarreal B o el Mirandés sirven para pensar que puede ser importante en determinados registros. A pesar de todos sus defectos, sigue teniendo a tiro mejorar los registros de sus predecesores. Pero la historia tiene que cambiar mucho para que la de Gueye no sea una de las decepciones más llamativas de toda la temporada.