Tiene las virtudes para echar abajo el argumentario de que esta juventud no es como la de antes. Buen estudiante de Medicina al que tan solo le resta un curso para licenciarse, deportista de élite en el Bada Huesca y solidario con hechos, no acodado en la barra del bar diciendo lo que hay que hacer o sujetando una pancarta. Se trata de Miguel Malo. Recogió la bandera de Marco Escribano como canterano del BM Huesca y ahora la traspasará a Pepe Floris. Asentado en el primer equipo seguirá siendo uno de los ordenadores del juego de ataque y un ladrillo más en el 6:0.
Malo regresó el pasado martes de Honduras. En concreto de Tegucigalpa donde ha estado varias semanas trabajando con chavales que lo tienen difícil desde la cuna y que, pese a todo, llevan la felicidad por bandera. Echar una mano sobre el terreno, imbuirse en los problemas, afrontarlos con valentía, saber de qué va todo es un soplo de aire fresco tremendo. Volverá. Lo asegura con la velocidad de un lanzamiento, con la decisión de un central al que le da igual chocar con el centro de una defensa 6:0.
En unos días, el 22 de julio, cumple 23 años. Su quinto de Medicina le llevó a hacer prácticas en el hospital San Jorge y en el Centro de Salud de Los Olivos rotando por especialidades y buscando su hueco. Aún no lo tiene claro, pero especialidades relacionadas con el deporte le atraen. Ir a Honduras surgió como derivada de tener más vacaciones. Al mes habitual de julio se le sumó junio y “me apetecía el tema del voluntariado”. ¿Por qué? No hay razón concreta. “Siempre me había atraído y este verano como tenía la oportunidad me lancé. Un mes para el voluntariado y otro para la familia, amigos y prepararme para la temporada”, señala.
Espigó por internet hasta que un día encontró una academia en la que había un apartado de voluntariado. Se puso en contacto con una de las asociaciones -ACOES Honduras- y todo encajó como la ‘pega’ con la redonda. Del país Centroamericano conocía absolutamente nada. Madrid-San Pedro Sula-Tegucigalpa fue el vuelo para “una primera semana que fue un suceso constante de estímulos nuevos. Te duele el cuello de tanta sorpresa. Es una locura. No hay señales de tráfico, ni semáforos, ni bloques de casas. Se ve una pobreza general que llama mucho la atención”, asevera.
El proyecto de ACOES es educativo. Y su filosofía es de absoluta inmersión. A quienes ayudan, también ayudan. Es una ONG circular así siempre hay un relevo constante de hondureños. “Son hondureños que ayudan a hondureños. Nosotros vamos a ayudar, pero también conocemos el proyecto. Lo importante es que cuando nos vamos, el proyecto sigue”. Vivía en la colonia Monterrey y el trabajo de voluntariado era en la de Nueva Capital, en la Clínica y Escuela Santa Teresa. Tampoco había grandes diferencias entre ambas colonias por lo que, si alguien piensa que se podía evadir de la pobreza, error.
“Acostumbrado a vivir en Huesca, jugador de ASOBAL y estudiante de Medicina, la bofetada de realidad es brutal. Sé que volveré, pero no sé cuándo. Aún no me había ido de Honduras y ya decía que mi objetivo es volver. Te enamoras del proyecto, de la gente hondureña con una cercanía que no ves en Europa. La humanidad que tienen es increíble. Todo el mundo es feliz con lo poco que tienen”, entrecomilla Malo .
A Tegucigalpa llegó con una maleta en la que metió ropa de balonmano. Suya. “Fui con intención de llevar ropa, pero tampoco sabía lo que me iba a encontrar. Es cierto que te informas antes, pero hasta que no estás no sabes”, explica. Fue con la idea de hacer un voluntariado de médico, pero sobre el terreno se le ocurrió plantear un entrenamiento de iniciación en balonmano. Y encantados. “Hice unos mini entrenamientos a los niños. Me lo pasé genial. Hasta me emocioné. Algunos me decían ‘esto es como el fútbol, pero con la mano’. Me reía y les decía que no, que eso estaba prohibido”, recuerda. Y como llevó mucha ropa suya de anteriores equipaciones, seguro que el Bada Huesca tiene un club de fans en Nueva Capital.
En Honduras ha estado desconectado de todo. Lo necesitaba. Los estudios y el balonmano le han exigido mucho, y necesitaba salir de ese círculo. La nueva temporada la afronta con muchas ganas. A la pretemporada de seis semanas para empezar fuerte quiere llegar ya perfilado. Y allí estará Floris. “Es importante que suba gente de la cantera, pero luego cuesta quedarse. Lo que es importante es que sea uno más del equipo y eso espero de él. Pepe tiene unas condiciones físicas brutales, únicas, que yo no tenía, y tiene que mejorar a nivel de entender el juego. La pretemporada le va a venir muy bien para meterse en dinámica del equipo”, subraya.