Manu Molina es uno de los tres fichajes del Real Zaragoza en este mercado estival de 2022. El valenciano llegaba a la capital aragonesa procedente del UD Ibiza, donde fue uno de los nombres destacados de la categoría en la primera vuelta. Su buen hacer sumado a la necesidad del conjunto aragonés lo han convertido, por el momento, en un fijo en la medular. Pero ¿cuál está siendo el rendimiento de Manu Molina?
Las opiniones entre la afición zaragocista son por definición dispares. O lo amas, o no te gusta nada. O lo consideras timón, o lo consideras baladí. Parece no haber punto medio. La realidad es que la mayor parte de la afición se decanta por la primera opción, deshaciéndose en halagos hacia el centrocampista. A tono personal, también lo hago. Manu entiende el fútbol como pocos. Pero también existe otra corriente, aquella que lo acusa de intrascendente y poco valiente en su juego. “Solo juega de primeras y da pases en corto”. Esta es la crítica más escuchada alrededor de su figura. Lo cierto es que Manu Molina no es un jugador que acostumbre a grandes cambios de juego o jugadas antológicas que desembocan en un gol. No lo ha hecho nunca y, con 30 años, no va a empezar a hacerlo. Y es que, siendo justos, tampoco lo necesita.
La equivocada comparación con Iñigo Eguaras lleva a pensar que esos chispazos de magia del a día de hoy jugador del Almería son obligatorios en un jugador de su posición. Pero nada más lejos de la realidad. Manu Molina no es sustituto natural de Eguaras, pues no juegan exactamente en la misma posición y son perfiles enormemente desiguales. La llegada del ex del Ibiza ha dado un salto de calidad en la plantilla y, sobre todo, en la medular. En ella, junto a Jaume Grau, Molina forma una de las mejores duplas de la categoría de plata en su parcela. Su condición para bajar a recibir entre centrales, intercalando ese rol con Grau y la capacidad de sacrificio de ambos la convierte en una pareja de innegable lujo.
La gracia de Manu Molina no es solo su juego o su trabajo. A todo ello hemos de añadirle un gran rigor táctico que facilita las tareas a la defensa y que hace mejor a quienes tiene a su alrededor. Por supuesto no todo son ventajas. De ser así estaríamos hablando de un jugador de Primera División.
Molina es un jugador que depende del contexto, no con una dependencia de él tan clamorosa como era el caso del mencionado Eguaras, pero sí existente. Además, puede ser un jugador altamente irregular y el ejemplo de ello es la pasada campaña. Una gran primera vuelta que fue acompañada de una más que discreta segunda parte de la temporada. En definitiva, el valenciano no es un jugador brillante por destellos de magia, sino que es uno de esos poco vistosos pero esenciales. Jugadores cuyo trabajo sin balón es vital para el equipo.
Quería hablar de pros y contras, pero en el caso de Manu Molina es difícil encontrar lo segundo. Si es regular, el Real Zaragoza tiene jugador para el corto/medio plazo.