ZARAGOZA | Manu Vallejo fue presentado en La Romareda en una calurosa tarde de final de agosto. El delantero fue recibido por Raúl Sanllehí y Juan Carlos Cordero. Sanllehí utilizó en su introducción un símil muy suyo: “el fichaje ha sido como los buenos caldos, que se cocinan a fuego lento”. Le siguió Juan Carlos Codero, aclamado por las masas. El director deportivo estima que el fichaje de Vallejo completa la delantera, pero no da por cerrado el mercado.
Cordero ensayó una definición breve y precisa del delantero, como aquellos padres que no quieren explicar todas las virtudes de sus hijos en la primera ocasión: “Viene a subir el nivel de la plantilla, a generar una competencia sana. Vertical, potente, cumple una de las líneas que siempre tuvimos en cuenta: es uno de esos jugadores que pueden sumarle gol a nuestro equipo.”
Vallejo siente que ha llegado a una ciudad que “respira fútbol por los cuatro costados”. La inercia de un buen inicio favorece a un grupo feliz, convencido de sus posibilidades: “Percibo las ganas y la ilusión de toda la plantilla”. El delantero reconoció que la relación con Juan Carlos Cordero ha jugado a favor del fichaje. El director deportivo lo siente como una apuesta personal, una creación propia. Vallejo reconoció que Cordero le “conoce muy bien de su época en el Cádiz y creí que había llegado el momento de afrontar nuevos retos”.
El gaditano habló también de sus condiciones: “Me siento cómodo de segundo punta, como extremo, tirado más a la izquierda, con facilidad para moverme dentro del área. Puedo aportar frescura, ilusión, ganas. Tengo gol y ojalá tenga la suerte de marcar muchos aquí”. No encontró un espejo en el que mirarse, ni se atrevió a buscar un ídolo en su memoria, pero sí que eligió una receta para lo que viene: “El fútbol no va solo de experiencias. No hay nada más importante que las ganas y la ilusión. Y yo vengo muy ilusionado a Zaragoza.”