HUESCA | Manuel Ollé, jurista de reconocido prestigio internacional, asumió en enero de 2024 la presidencia de la Fundación Alcoraz, principal accionista de la SD Huesca, en lo que él mismo describe como “un momento crítico”. Así lo relata en una entrevista concedida a Confilegal y realizada por la periodista Aurora Moya, donde desgrana, con tono sereno y firme, los desafíos vividos desde que decidió poner su toga al servicio del escudo. “Asumí la presidencia por compromiso personal. Lo hice por amor a la SD Huesca, un club que forma parte de mi vida como aficionado, por respeto a su historia y porque no podía quedarme al margen”, afirma.
La entrevista revela hasta qué punto la situación fue extrema. Ollé no oculta la gravedad del escenario al llegar: “El 6 de agosto el club, en términos reales, había desaparecido. No podíamos inscribir a los jugadores, no había garantías financieras, entrábamos en concurso, y no respetábamos el límite salarial”.
En sus palabras, aquellos días fueron de una intensidad casi insoportable: “Fue uno de los días de mayor angustia de mi vida. Había fracasado frente a algo que por encima de todo afectaba a mi amor y pasión por mi club. Había fallado a mi gente y a mi tierra”.
Apenas días antes del debut liguero, la SD Huesca se asomaba al vacío: “Estuvimos a punto de jugar el primer partido en Elche con jugadores del equipo de tercera división y con juveniles”.
Los acuerdos de San Lorenzo: la salvación
Pero llegó el giro. El 10 de agosto, mientras Huesca celebraba sus fiestas patronales, se firmaron los llamados “acuerdos de San Lorenzo”: “Fue un acto de responsabilidad colectiva, de compromiso institucional y, sobre todo, de fe en el club”.
Manuel Ollé agradece especialmente la implicación de los patronos de la Fundación y de su director general, así como la de dos pilares esenciales para que el acuerdo se hiciera realidad: el Grupo Costa y el Grupo Arqa. “Gracias a su compromiso y generosidad conseguimos un préstamo para la Fundación por 6,1 millones de euros, que permitió ampliar el capital de la SD Huesca y resucitar”.
Desde su llegada, Ollé ha trabajado sin percibir retribución económica: “Todo ello lo he hecho pro bono. No he cobrado absolutamente nada. Mi única retribución ha sido la ilusión de ver al Huesca seguir compitiendo y de que el proyecto de la Fundación Alcoraz, con el fútbol base como bandera, seguirá siendo una realidad”.
Una tarea que, según relata, no ha estado exenta de obstáculos personales: “Después de meses de intenso trabajo de toda la Fundación, me traicionaron, auténticos ruines y perversos que pretendieron aprovecharse y engañarnos”.
ADN altoaragonés: el valor que no se negocia
En la entrevista con Confilegal, Ollé insiste en que el Huesca debe seguir fiel a sí mismo: “Humildad, discreción, esfuerzo, pertenencia, ilusión y resiliencia. Es trabajar sin ruido, con los pies en la tierra y el corazón en el escudo”.
Para él, ese ADN es un lenguaje propio: “Es el deseo de que en nuestro club no se hable ni chino ni árabe ni castellano con acentos raros. Solo queremos que se hable en altoaragonés, en el lenguaje de nuestra tierra. Con el corazón altoaragonés, con autenticidad, con sentido común”.
También destaca la importancia del sentimiento de pertenencia que va más allá de lo urbano: “Desde que asumí la presidencia he trabajado para que se entienda, con hechos, que el Huesca no es solo un equipo de la ciudad, sino un proyecto de toda la provincia”, expresa, al igual que es consciente de que “mientras haya un solo niño o niña en el Alto Aragón que sueñe con vestir esta camiseta, el esfuerzo habrá merecido la pena”.
Aprender a vivir con el balón
Jurista de trayectoria internacional, Manuel Ollé confiesa que el fútbol le ha enseñado algo que ni siquiera los tribunales internacionales le habían mostrado: “Estoy aprendiendo que el fútbol es muy complicado. Puedes hacerlo todo lo bien que sepas y puedas, pero siempre manda el verde. Todo depende de que el balón entre en la portería”.
Y con el balón dentro o fuera, lo que sí ha quedado claro es que la SD Huesca sigue viva, y lo está gracias a quienes, como Manuel Ollé, entendieron que defender unos colores es también una forma de justicia.