ZARAGOZA | Marc Aguado es un jugador especial, distinto, y como tal hay que tratarlo si se quiere aprovechar las cualidades que justifican utilizar esos conceptos. Hay personas que no pueden pasar por según qué aros para sacar adelante sus virtudes. No es que sean seres humanos radicales que quieran hacer las cosas sólo a su manera, es que es la única forma de que puedan llevarlas a cabo con su virtuosismo propio para la causa encomendada.
Todos tenemos que ser tratados de la misma manera, pero eso no significa que todos tengamos que hacer lo mismo. Está bien adaptarse al medio, y nunca mejor dicho en el caso de Marc Aguado, realizar las distintas funciones que te encomiendan en tu puesto de trabajo, sacarlas adelante aunque no se sea excelente en todas ellas, y alguna se saque de manera efectiva o mediocre. Aguado cumple en labores defensivas, al corte está haciendo un trabajo muy bueno, y también intentando organizar al equipo y que esté bien colocado en el terreno de juego.
Marc Aguado, el distinto
Pero Marc Aguado es un jugador que se acerca a la excelencia cuando el balón pasa por él de manera constante. Se mueve como pez en el agua en la sala de operaciones. Cirujano de máxima precisión. Sus incisiones son elegantes, medidas, que provocan heridas en los caminos del equipo rival, pero que cicatrizan los sistemas de juego propios. Todo se ordena en su mirada de escuadra y cartabón. Encontrar espacios de aire limpio donde los demás solo ven opresión y espacios cerrados, tóxicos.
Quien debería hacer algo para sacar el máximo potencial de un jugador que está llamado a ser una figura en su posición a nivel nacional, es el entrenador, y parece que, o no está por la labor, o no sabe cómo hacerlo. Es una lástima qué teniendo un jugador con esas características, se empeñe en que el balón lo saquen jugado los centrales, y nunca pase por el centro del campo. Extraña que Escribá estuviera de acuerdo con la vuelta de Aguado y hablara de él como un jugador importante, cuando ya había demostrado la temporada pasada, que no le interesaba nada utilizar a los mediocentros como generadores de juego o de sacar la pelota desde la zona defensiva. No debería sorprendernos entonces lo que está pasando sobre el terreno de juego, pero lo que sí debería hacerlo es que le parezca bien al entrenador tener jugadores como Aguado o Toni Moya, que prefieren que corra la pelota antes que sus piernas, y Escribá prefiere lo contrario.
Si Marc Aguado es importante en el equipo, este se verá beneficiado de manera clara. En el fútbol moderno tener un jugador al que no le quema la pelota, que apoya siempre al compañero cuando se ve comprometido en la posesión del balón, que le da una salida aseada al equipo cuando se recupera el esférico y busca la manera más ordenada de llegar al campo rival para que le lleguen balones a nuestros jugadores atacantes, es algo que se debería saber gestionar para beneficio del bloque. Mientras tanto, viviremos en el caos existente, una anarquía siempre bella en el patio del colegio cuando los niños juegan al fútbol, pero en el fútbol profesional no se puede desaprovechar a los que se saben guías. Ser el faro de ese trasatlántico que es el Real Zaragoza.