El 29 de marzo, la SD Huesca cumplió 61 años de historia. Una historia que comenzó mucho antes, con la UD Huesca, pero que cambió de nombre para dar un paso más en el fútbol. Aquel nuevo club vivió grandes momentos y otros que no lo fueron tanto. Llegó al barro y supo salir de él. Evolucionó y, sobre todo, no rebló, hasta ser lo que es hoy en día. El Huesca tiene una historia compleja, serpenteante e inspiradora… Y si no, que se lo digan a María Jesús Albert.
Con 72 años, la socia número dos de la SD Huesca tiene mil historias para contar. Su vida siempre ha estado ligada con el club azulgrana; de hecho, bromea con que prácticamente nació en el campo de San Jorge ya que su madre, embarazada, iba a recoger siempre a su marido después de cada partido.
Su padre fue quien le contagió esa pasión por el fútbol en una época donde, precisamente, la mujer no era bienvenida en los estadios: “En aquel momento, solo podíamos entrar si íbamos con nuestro padre, nuestro marido o nuestro hermano y parecía como si nos hacían un gran favor. Después se mejoró un poco con lo de la media entrada aunque seguía siendo injusto. Al final ya todo mejoró y pudimos ser socias con derechos propios”.
Dijese lo que dijese la gente, a María Jesús no le importaba, le apasionaba el fútbol y quería ver a su Huesca por encima de cualquier cosa. Su constancia y lucha fue recompensada por el club en 1988: “Mi padre era socio de honor y cuando él murió, el presidente Viñuales me propuso heredar el número dos de socio del club ya que había sido una seguidora incondicional desde que tengo uso de razón. Aquello fue muy especial para mí”.
De San Jorge al crecimiento de El Alcoraz
La aficionada oscense recuerda con gran claridad y emotividad cada partido en San Jorge donde estaban “cuatro y el de la bandurria hasta tal punto que prácticamente se pasaba lista”. Recuerda la Copa Federaciones levantada por Ausaberri, la inteligencia táctica de Palacino sobre el terreno de juego y los goles olímpicos de Arturo Estallo. Muchos de esos recuerdos plasmados en fotografías estarán en el nuevo museo histórico de la SD Huesca, donados por la propia María Jesús.
Vivir los partidos en El Alcoraz es algo único
Ahora, su segunda casa es El Alcoraz, un estadio del que está enamorada. “Yo ahora mismo veo El Alcoraz y no me lo creo. Está quedando un estadio precioso que cada vez alberga a una mayor cantidad de personas. Guardar los recuerdos del San Jorge y ver el nuevo estadio completamente lleno ahora, es algo que me emociona mucho”, admite.
Después de más de un año sin poder acudir al feudo azulgrana debido a la crisis sanitaria, las ganas de volver a vivir un partido en directo son indescriptibles: “Tengo muchas ganas. Vivir los partidos en El Alcoraz es algo único. Llevamos muchísimos años compartiendo momentos duros y experiencias inolvidables en este campo con socios con los que llevas viendo al Huesca temporadas y temporadas. Somos como una gran familia y eso es algo que es difícil de encontrar en otro sitio“.
Agradecimiento eterno
Si en algo insiste María Jesús es en el agradecimiento enorme que tiene hacia muchas personas que han dado “todos sus esfuerzos y sacrificios para que el Huesca siguiera creciendo”. Destaca a Viñuales por la persona, a Mur por el esfuerzo incansable para mantener el campo o a Petón y Lasaosa por llegar en un momento clave para evitar la desaparición del club. “Construyeron un proyecto para recomponerlo. Con Segunda División B valía, con que imagínate la alegría que fueron los ascensos posteriores“, añade.
La historia del Huesca es muy grande
Pero es complicado ponerse en la piel de una persona que ha vivido situaciones tan complicadas y que estaba acostumbrada a pertenecer a un equipo de regional o Segunda B. ¿Cómo ha sido vivir todos estos años para la socia número dos del Huesca?
“Recuerdo el primer ascenso a Primera División. Apenas me lo creía hasta que pasó el autobús con los jugadores delante de mi casa durante la celebración. Ahí me di realmente cuenta de todo. Me senté, respiré y me emocioné. Me vinieron muchos recuerdos a la cabeza“, reflexiona la altoaragonesa.
Un presente ilusionante
Por todo lo vivido y sufrido, María Jesús Albert aprecia mucho más la época que está viviendo su SD Huesca. Confía en la permanencia: “Creo que tenemos un equipo que puede luchar por conseguirlo. Y si no, volveremos”. Además, espera que una de estas vueltas sea junto a los vecinos, junto al Real Zaragoza, y es que no entiende de odios y rivalidades.
“Les deseo todo lo mejor y me apena mucho la situación por la que están pasando. Se ha incentivado el odio hacia nosotros por culpa de los grandes medios de Aragón. No paran de machacar al Huesca y ahora se ha hecho más palpable cuando nuestro equipo va mejor que el suyo. Espero que su futuro sea tan bueno como el nuestro. Somos vecinos y nos deberíamos apoyar mutuamente, ir todos a una“, analiza la seguidora azulgrana.
En cuanto a los jugadores de los últimos años, se queda con el ‘Chimy’ Ávila y con David Ferreiro, “dos personas que transmiten mucho cuando juegan, que demuestran un trabajo incansable en cada partido y que luchan por este club”.
También alaba a Pulido por cómo se ha integrado en la ciudad y en los valores del Huesca. Del capitán, destaca un detalle que tuvo con los socios más veteranos, a quienes les llamó durante el confinamiento para preguntarles cómo llevaban la pandemia. “Lo hizo porque quiso y el club no hizo campaña de ello. Son detalles que le hacen ser un buen capitán y demostrar que siente este club y esta ciudad”.
María Jesús Albert es todo lo que representa la SD Huesca, la socia número dos de los 5.501 aficionados que renovaron sus abonos en la nueva campaña, un número que hace 61 años hubiese sido impensable. Y es que, en un mundo en constante cambio, es necesario echar la mirada atrás para volver a los orígenes y reforzar la identidad.