ZARAGOZA | “Nos hemos ganado el derecho a soñar”. Con esa mezcla de orgullo y ambición, María Sanz Navarro resume el sentir de una generación que ha hecho historia: la selección española de fútbol sala femenino estará en el primer Mundial de la historia, que se disputará en Filipinas a finales de 2025. Sanz, zaragozana de pura cepa y actual jugadora del Futsi Atlético Navalcarnero, fue una de las grandes protagonistas de la fase de clasificación, en la que España ganó sus tres partidos, sumando en su cuenta particular hasta tres goles decisivos que ponen un claro acento aragonés a la gesta.
No era una clasificación cualquiera. Era una cita con la historia. Y España no falló: tres partidos, tres victorias, y una María Sanz que firmó tres goles, uno frente a Finlandia y un doblete ante Francia. En la pista se la ve intensa, decidida, precisa cual cirujano, pero cuando habla, transmite calma, gratitud y cabeza. “Muy contenta porque al final es un sueño poder jugar el primer Mundial. Era un objetivo muy claro: España tenía que estar, y no había otra manera que ganando todos los partidos”, asegura.
Y lo dice con la naturalidad de quien sabe que lo han hecho bien, que lo han peleado con el alma. Porque no es casualidad. Son años de trabajo, de competir al más alto nivel, de colgarse tres oros europeos (2019, y 2022 y 2023 ya con Sanz), de crecer juntas, y de demostrar que el fútbol sala femenino español ha llegado a la élite mundial para quedarse. “Siempre competimos muy bien y creo que es muy difícil ganarnos. Siempre estás nerviosa, eso no se quita nunca. No obstante, creo que todas tenemos mucha experiencia, llevamos mucho tiempo juntas y el grupo está consolidado. Creo que eso es muy importante cuando llegan momentos complicados.”, añade la aragonesa con esa fe que solo tienen los equipos rocosos y con oficio, esos que ya no dudan ni cuando aprieta el marcador ni cuando suena el himno.

Con todo ello, Sanz lo tiene claro: toca preparar bien el cuerpo y la mente para llegar a noviembre como un tiro. “Hacer una buena pretemporada y llegar con ritmo al Mundial, claro”. Pero ni ella ni el resto del vestuario se quitan de la cabeza esa cita mágica. Y es que, aunque estén metidas de lleno en la Liga, el Mundial está ahí, latiendo en cada entrenamiento. “Creo que al ser en noviembre nos puede venir bien. Está ahí entre medias y al final es el sueño que tenemos todas, entonces obviamente no puedes dejar de tener el objetivo en el Mundial, aunque estés jugando otra competición”, añade.
La esperanza de compartir Mundial con Irene Samper
Y si hay un deseo que le ronda la cabeza, es poder compartirlo con su amiga, también zaragozana, Irene Samper, que se recupera de su rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda, que sufrió el pasado octubre. “Tocamos madera para que podamos estar las dos físicamente bien. Hemos jugado juntas desde pequeñas, y poder compartirlo sería otra alegría más”, matiza una Sanz que es consciente de que su paisana “está trabando mucho y le va bien la rehabilitación. Entonces, por fechas y tiempos puede estar perfectamente”.

No obstante, con o sin Irene Samper, vencer no será sencillo. Sanz sabe que el reto será enorme, sin filtros, sin simulacros. Brasil viene fuerte, Portugal siempre compite, Italia crece… y el nivel se ha emparejado muchísimo. “En nuestra liga hay también muchas jugadoras brasileñas, vamos, te diría que casi todas y tienen un nivelazo. Son muy buenas, ‘a priori’ son también de las favoritas. De todas formas, creo que ahora se está igualando todo mucho a nivel internacional y cada vez es más difícil ganar los partidos, así que va a estar muy caro”, avisa. Pero a España no le tiembla el pulso. Y con jugadoras como María, tampoco le falta alma.
Del CEIP Miraflores al Mundial
De hecho, para María, este billete a Filipinas sabe a recompensa. Empezó en el colegio Miraflores, se curtió en el Intersala Promises Zaragoza, donde fue campeona de España en categorías inferiores, siendo el lugar en el que se gestó su talento: “Siempre los tengo muy presentes. Creo que las que hemos jugado tenemos ahí ese sentimiento de pertenencia, de todas las amigas que hemos hecho, la familia que somos en ese sentido. Siempre miro cómo quedan, voy a ver cómo van. Es mi equipo, lo siento así”, dice sobre el Intersala, mientras transmite en su voz memoria y gratitud.
No obstante, actualmente y desde 2015, Sanz viste los colores del Futsi, con el que ahora apunta también al título de Liga. Así, antes de pensar en el Mundial, toca apretar las últimas tuercas en casa: “Creo que ahora la Liga se ha quedado un poquito descafeinada, porque como están los ‘playoffs’ y demás, te la vas a acabar jugando todo en junio. De todas formas es muy importante acabar lo más arriba posible. Vamos a intentar quedar primeras (actualmente son segundas a 5 del líder y empatadas con Burela). Nos veo muy bien. Llevarnos la Supercopa contra Melilla fue también un punto de inflexión que necesitábamos. Ojalá podamos ganar la Liga también”, explica.

Y mientras el fútbol sala femenino sigue abriéndose paso a base de talento, esfuerzo y goles, María Sanz levanta la voz con respeto, pero también con reivindicación, acerca de que se haya tenido que esperar tanto para que se realice oficialmente el primer Mundial femenino de Fútbol Sala, pues se intentó desde 2010-2015, en un proyecto que no acabó saliendo a flote por falta de recursos: “El deporte femenino ahora está en auge, pero siempre ha estado perjudicado y si el fútbol ya está perjudicado, pues el fútbol sala todavía más. Creo que ahora se está apostando mucho, creo que nos estamos beneficiando del trabajo y toda la visibilidad que consiguieron jugadoras en años anteriores. Tenemos que seguir para que de aquí en adelante todavía mejore mucho más y esto se consolide”, acaba.
Así, con los pies en el suelo y la cabeza entre Filipinas y los ‘playoffs’ por el título, esta zaragozana de sonrisa permanente sigue cumpliendo sueños. Y con ella, toda una generación que ya no pide permiso: simplemente se ha ganado el derecho a soñar.