ZARAGOZA | Mario Soberón firmó su sexto gol ante el Racing de Santander, en una acción que define sus condiciones: las cualidades de un delantero listo e intuitivo, las virtudes de un goleador silencioso. Su empate acabaría luego en derrota y cunde la sensación de que Víctor Fernández se equivocó al no darle la oportunidad de acabar el partido. Es la misma ley que se ha repetido hasta ahora: Soberón no ha jugado un encuentro completo y suma una media de 68 minutos en el curso. Ese pareció un paso en falso, el cambio de la discordia.
El fútbol del delantero se alimenta de una paradoja que ya está escrita. Soberón se centra en pasar desapercibido y, al mismo tiempo, sus goles han hecho ya mucho ruido. Ante el Racing jugaba el partido más emocional de su temporada. Formado en el equipo cántabro, sus 12 años de cantera están llenos de goles que no siempre llamaron la atención. Cortado por el equipo de su vida, tuvo que pulir su fútbol en otros filiales y en Primera RFEF. En su primer año en Segunda División fue el líder de un equipo humilde, que buscaba asentarse en la categoría tanto como él. Unos meses más tarde, sigue la estela que marcó Luis Suárez en La Romareda: Soberón tiene el lugar de un flechazo, de un amor a primera vista.
Logrado el gol del empate, su cuarto tanto en La Romareda, el movimiento de Víctor Fernández extrañó a todo el mundo. El técnico eligió sustituir a su máximo goleador cuando más falta le hacían los tantos. Escogió a Alberto Marí, que pareció inofensivo para el Racing, incapaz también de mejorar la jugada o de ganar el sitio de los remates. La lectura del técnico pareció errática en lo más simple y también en lo más complejo. En pleno bombardeo, el Zaragoza generó más peligro en las segundas acciones que en los centros directos. Ahí, nadie maneja el arte del rechace como Mario Soberón, que ha aparecido siempre como el más listo de la clase.
Preguntado por su suplencia, Soberón estuvo elegante en su respuesta y Víctor Fernández algo suspicaz a la hora de pasar revista un día más tarde. La estadística y el fútbol muestran que la pregunta era lógica. Víctor Fernández sentaba al delantero más eficaz de la categoría, a un delantero que dispara con silenciador. A un goleador hecho de instinto y de números. Suma el 46% de los goles del Real Zaragoza, casi la mitad de sus disparos han acabado en gol (45´5%) y el 63% de los mismos van a puerta. Fundamentalmente listo, suma también el 80% de sus regates y solo necesita una media de 16 toques para disparar. Con Mario Soberón, menos está cerca de ser más. Su cambio fue el mayor motivo de discordia en la segunda mitad del duelo ante el Racing. Y su rendimiento va camino de desdecir una frase que hoy ha vuelto a repetir Víctor Fernández: “No sé si es bueno o malo pero en este Zaragoza no hay nadie imprescindible”. Si Mario Soberón no lo es ya, está cada vez más cerca de serlo.