ZARAGOZA | En el minuto 50 de juego, Mario Soberón recuperó la sonrisa y la esencia de su juego. Marcó cinco meses y seis toques más tarde, en una acción de delantero total, de pívot de fútbol sala. El goleador cántabro ha vivido cuatro meses en la sombra, con dos lesiones y algunas réplicas. Nunca sabremos exactamente qué ocurrió en ese tiempo. Tampoco qué hubiera pasado en la temporada si Soberón no hubiera caído en Tenerife. Pero sí sabemos que ante el Sporting encontró su mejor sintonía.
El empate final empañó un gol que merece un relato propio, una revisión muy concreta. Soberón rescató un centro de Tasende y, de espaldas, preparó su remate, se fabricó su espacio. Ganó metros y perspectiva, con una noción muy clara. Un delantero de su instinto no necesita mirar a la red para saber exactamente dónde está. Su marcador, Kevin Vázquez, creyó que el peligro estaba en el centro. Se equivocaba. Soberón siempre tuvo la portería en la cabeza. Después de buscar con su cuerpo las referencias, ganó ángulo y en medio metro sacó un disparo arqueado, perfecto, imparable.
Mario Soberón vuelve a sonreír
El gol fue una liberación para él y una fiesta para la grada. En una temporada llena de desengaños, La Romareda sigue creyendo en su mejor descubrimiento. Soberón se ha perdido 16 partidos, pero siempre que estuvo, el gol pareció más próximo, nunca un imposible. Y El Municipal espera a un ariete lleno de olfato, hecho de fe, que entiende el oficio más valioso de este juego.
Delantero desde la cuna, Soberón se reencontró en el área, en el sitio que siempre echó de menos. Entonces cambió sus ojos tristes por una mirada encendida, liberada, luminosa. Soberón le sonríe al gol como si hubiera visto a un viejo amigo. A alguien al que reconoce y hace feliz siempre, sin importar el tiempo que haya pasado desde la última vez que se vieron.
Tenemos un diamante pulido en Mario Soberón; su calidad técnica, unida a sus golazos, así lo acreditan. Víctor Fernández fue muy injusto con él y pese a su talento goleador prefirió a jugadores que no habían demostrado nada como Alberto Marí. Si VF le hubiera dado la confianza que merecía tengo por seguro que ahora Mario Soberón llevaría algún gol más.