ZARAGOZA | El Real Zaragoza empató ante el Real Oviedo en La Romareda, en una noche que fue difícil de explicar. Tardó el equipo de Escribá en quemar todas sus naves, en buscar la victoria sin reservas. Antes, había mostrado intención. Luego llegaron las ocasiones. En el tramo final, arrinconó al Oviedo y llegó a cantar un gol que fue primero felicidad y después lamento. Entonces hizo todo para vencer y aún así muestra una pelea invisible, una lucha contra su suerte en la que casi siempre pierde.
Dani Rebollo (4): Su primer error le venció para el resto del tiempo. Si en algún punto había mostrado tranquilidad y valentía, un fallo grosero con los pies le volvió un mar de dudas. La Romareda desconfió de él y el portero de sí mismo.
Andrés Borge (8): Ha llegado para quedarse. Guardó la banda, midió su marca y después creció en ataque, con su zancada amplia y un fútbol sostenido. Progresó por el costado y apareció también en el lugar del asistente. Maduro, su juego se explica a través de la ética de trabajo y la constancia.
Alejandro Francés (7): Valiente y concentrado, anuló a Borja Bastón en sus duelos y acudió veloz a todos los cortes. En el área rival, también tuvo protagonismo y pudo marcar en varias ocasiones. Apareció en fuera de juego en el gol anulado a Iván Azón. En defensa, le definen sus condiciones. Aunque caiga por primera vez, acelera y corrige, con una sensación que le hace especial: nadie le regatea para siempre.
Jair Amador (6´5): Quizá ha perdido un punto de seguridad y ya no se siente infalible. Aún así, completó un gran partido en defensa: impecable en el marcaje y sólido en el fútbol aéreo. Sufrió en algún tramo, pero resolvió bien las situaciones más comprometidas. Le sigue faltando un punto de soltura en la salida del juego.
Quentin Lecoeuche (7): Firmó una gran primera mitad. Se atrevió a regatear desde su área, mostró explosividad y finura en los centros. En la segunda, brilló menos pero alcanzó la regularidad que el equipo necesita.
Marc Aguado (5´5): Su partido no tuvo grandes fallos pero tampoco grandes aciertos. No parece una responsabilidad exclusivamente suya, pero pasa demasiado inadvertido en el encuentro. Esa impresión es, en el fondo, un drama para el equipo. Aguado debería tener en su cabeza el gobierno de todos los partidos.
Jaume Grau (6´5): Crecido y lleno de confianza, en la primera mitad se desplegó, ganó líneas y conquistó metros. Le sigue faltando un punto de atrevimiento. A veces, sigue dando la impresión de que teme romper un plato.
Maikel Mesa (6): Dejó muestras de su clase y participó en el inicio de algunas ocasiones. No se le encontró en el final de las mismas, en el punto en el que puede ser definitivo. Escribá le sustituyó pronto, alertado por el miedo a una recaída.
Germán Valera (6): Durante muchos minutos, anunció más peligro del que fue capaz de producir. Mejoró en el tramo final, con mayor libertad de movimientos. Mantiene su capacidad de desequilibrio, pero su rendimiento ha bajado en los últimos partidos.
Víctor Mollejo (4´5): Batallador pero errático, en el juego, el remate y en el pase. Buscó el gol de cabeza, pero no acertó ni en el cielo ni en el suelo. Acabó penalizado por la tarjeta y sancionado para la próxima jornada.
Iván Azón (6): Su fútbol es pelea y brega, pero necesita afinar sus conceptos en carrera y en el regate. Ganó pequeñas y grandes batallas, en una lucha permanente. En la más importante de todas ellas, el VAR le negó un gol que ya había cantado.
Cambios del Real Zaragoza:
Francho Serrano (6´5): Su salida estimuló al equipo. Tuvo un efecto emocional en el partido y él mejoró el partido en el perfil diestro. Uno de sus centros, de zurda, provocó una de las ocasiones más claras. El Zaragoza parece mejor con él sobre el césped.
Manu Vallejo (6´5): Entró al campo fresco y valiente, con hambre y ganas de ser importante. Encontró túneles entre los rivales y protagonizó una gran acción individual. En una de sus últimas acciones, mandó a la grada un cabezazo en el que tenía todo a su favor.
Sergi Enrich (5´5): Guió al equipo de espaldas y ganó duelos claves. Pudo firmar el gol de la victoria, pero David Costas sacó desde la línea el mejor de sus remates.
Sergio Bermejo (SC): Solo tuvo un suspiro para ser importante. Y una falta. Dibujó de zurda un centro que pudo ser definitivo. Pero la historia ya se ha contado antes: el fuera de juego anuló también la felicidad de la grada.
Entrenador:
Fran Escribá (6): Utilizó el mejor equipo que estaba a su alcance y lo llenó de intenciones, con un fútbol en clara progresión. La suerte ya no es suya y no sabemos si ha dejado de serlo para siempre. No acertó en todos sus cambios, pero consiguió que su equipo creciera en el partido y que se muriera por vencer. No lo logró en un final de infarto y su suerte se decidirá en Elche, en una curiosa paradoja. Puede dejar de ser entrenador del Real Zaragoza en el sitio que, en el fondo, le hizo entrenador de fútbol. El técnico espera que el juego le devuelva los puntos que hasta ahora le ha robado.