Sin Aguilera en Valladolid fue Luso el pivote de un centro del campo que no formó sin balón como acostumbra. Y es que en lugar de emparejarse al esquema rival, esto es, el mediocentro con el mediapunta y los interiores con el doble pivote, el Huesca se alineó con cuatro hombres por detrás de ‘Chimy’ y Gallar cuando el conjunto pucelano aglutinó el esférico en los primeros compases del duelo.
Los de Luis César profundizaron mucho por los costados y es que generaron casi el 90% de sus jugadas de ataque por una banda u otra, siendo su derecha la más dañina, con la proyección de Antoñito y el desequilibrio de Hervías. El Valladolid acumuló mucho balón en el primer cuarto de hora (74%), fase del encuentro en la que se adelantó. Lo hizo mediante Jaime Mata, siempre aprovechándose del espacio entre Pulido y Jair, amenazando al extremeño.
El Huesca pagó cara su falta de intensidad defensiva en la acción del 1-0 ante una escuadra vallisoletana que había tomado el absoluto control del duelo. Hasta el minuto 25 no dejaba de generar en campo contrario después de lograr salir con claridad en el propio gracias, sobre todo, a un capacitadísimo Ontiveros, que le permitía a los suyos solventar la desajustada presión de los de Rubi.
Pero el cuadro altoaragonés supo dar un paso al frente, centrando sus ofensivas en la banda derecha, costado del terreno que pisó casi el 50% en la primera mitad cuando atacaba. En el origen, un Alexander que fue el azulgrana que más balones recuperó de todo el choque (7), solo superado por Luso (8), omnipresente. Y con uno menos, le creó mucho peligro al Valladolid. No por acumular hombres arriba, sino porque estos ocuparon los espacios en lugar de estar previamente en ellos. Y así, los blanquivioletas no tenían a una referencia a la que seguir.
Alexander fue todavía más profundo en un Huesca cuyo bloque tuvo una mayor altura, la presión fue mucho más efectiva y Gallar, como falso ‘9’, gozó de una tremenda libertad de movimientos incapaces de ser adivinados por la zaga del Valladolid. El catalán se intercambiaba en ocasiones por Ferreiro logrando desequilibrar por el costado derecho, siempre el más transitado. Con Camacho sobre el verde, Melero fue el ancla de la medular y Moi, Ferreiro y el propio Gallar se movieron por todo el ancho del terreno para no dejar de asociarse con el máximo sentido posible.
Sorprendió Luis César introduciendo a Toni Villa, un mediapunta, por Borja Fernández, un mediocentro, tratándose del tercer cambio y ante un Huesca desatado. Sin embargo, el técnico del Valladolid pretendía terminar de matar a los azulgranas en lugar de sujetar una ventaja que peligraba y mucho. Y lo logró. Porque Mata tuvo su día pero sobre todo porque se trata de un demoledor del área que ni Jair, cuya capacidad defensiva resulta prácticamente insuperable, supo cómo contrarrestar sus perfectos movimientos.