“Echaba de menos sufrir”. Manuel Merillas firmó el martes el récord Eriste-Posets-Eriste. Rebajó en 16 minutos la marca de Aritz Egea. Y no solo tiene merito establecer un nuevo tiempo. Es que lo hizo después de haber estado por la mañana en Burgos jugando con sus sobrinos. Después, cinco horas de furgo. Llegó al Valle de Benasque, tardó diez minutos en prepararse y con su inseparable Zar -un border collie- se fueron a por el récord. Los 22,83 kilómetros y 4.800 metros de desnivel total los firmó en 2h44m58s. Empleó 1h48m en hacer cima; 58 minutos en bajar. Estima que lo puede bajar de 2h40m.
Manu Merillas es así. Un montañés montañero que parece lo mismo, pero no lo es. Lo hizo solo, sin ningún tipo de ayuda, sin avituallamientos y por la tarde. Salió a las 18.10 y fue el único fallo. Calculó mal, -“aquí se hace de noche unos 20 minutos antes que donde yo vivo”, cuenta- y de hecho se cayó en el tramo final por falta de luz. Tan solo llevó 150 mililitros de agua. Y cuando habla con tanta exactitud sobre el agua que bebió para esa aventura parece que abre la puerta a una preparación minuciosa, a un control de la comida. Pues no. “En mi furgo llevo queso, chorizo y un jamón. Como, lo que tengo que comer, lo de casa”, asevera, mientras desliza “igual no tenía que decirlo”. Es que él es así. Una persona normal capaz de hacer cosas al alcance de muy pocos.
Estuvo tres años apartado del mundo del Trail por una lesión que le consumía. Solo quería ir a la montaña. Y en este mundo, la exigencia es lo que le atrae. Volver a subir. Y desde que dejó atrás la lesión se emplea a fondo. No hay más que echar un vistazo por las redes sociales.
Su pasado militar en Jaca, donde estuvo seis años destinado, le hace conocer bien este Pirineo. Estuvo inmerso en carreras de montaña de las que mantiene que es una “farándula”. Solo corre las que le gustan. En todo caso para medirse con los más ‘pros’. Defiende correr a su aire y buscar retos interesantes. Por eso le encaja rebajar el récord al Garmo Negro de Dani Osanz -“sé que ese chaval es muy bueno, que anda muchísimo”, dice Merillas- y también quiere ser el más rápido en Monte Perdido, Midi y Bisaurín.
Ese proyecto de ser el más rápido, de buscar los récords al Posets, Aneto, Monte Perdido, Garmo Negro, Midi y Bisaurín lo venía mascullando desde hace unos años. “Como estaba con las carreras pues nunca encontraba tiempo”, recuerda. Ahora lo tiene, pero unas ampollas tras la aventura en el Posets lo ponen en cuarentena. Eso sí, su fortaleza mental, labrada durante esos más de 1.000 días sin correr han moldeado un carácter de granito. Hoy jueves, pese a las ampollas en sus talones, se fue a Coronas, se hizo un descenso de casi 2.000 metros con las puntillas de los pies por lo que “mañana voy a tener unos gemelos guapos”, dice. Aún así, y después de recoger esta tarde a unos amigos se fue al Pirineo para buscar mañana una nueva proeza.
El pico que se ha caído, casi seguro, es el Aneto. Lo tenía en mente, pero lo que de verdad le apasiona es el tramo desde Coronas, cuando la montaña se envuelve en lo que le gusta: sufrir. De hecho cambia hasta el tono cuando habla de los kilómetros donde desaparece la exigencia y tan solo es un enlace. No le gusta nada y no lo disimula.
Ha hecho de la montaña su trabajo -es guía en Traintrekk-, su pasión y su casa. Vive en La Cueta, el pueblo más alto de León. Allí en ese medio, en ese hogar y con sus compañeros de La20veinte -quedaban para ir en bici a las 20.20- es donde se siente feliz. Posiblemente este viernes ponga debajo de sus zapas el Garmo Negro, y si sus ampollas se lo permiten, el domingo es la fecha elegida para Monte Perdido o Bisaurín. Todo dependerá de cómo evolucionan las ampollas de sus talones.