Sin quererlo, Jorge Pombo se ha convertido en uno de los protagonistas de la actualidad del Real Zaragoza. Y digo sin quererlo porque el canterano nunca pensó que sería el centro de atención por una renovación que se está haciendo demasiado de rogar. Sí, todo empieza y acaba en su renovación. Las virtudes y los defectos de Pombo son de sobra conocidos en la Ciudad Deportiva, donde no hace tanto tiempo crecía un futbolista con un talento descomunal y una personalidad un tanto compleja. Por eso, ahora el problema no es Pombo y sus cosas, sino unas posturas alejadísimas entre los representantes y el club para ampliar su contrato.
De la mano de las negociaciones, que ya van para un año, ha llegado un bajón en el rendimiento del futbolista, que no esperaba que la dirección deportiva insinuase hace unos meses que Pombo no quería seguir en La Romareda y, mucho menos, que la semana pasada se aireasen con pelos y señales las cantidades que están encima de la mesa de negociación. Fueron los compañeros de El Periódico de Aragón los que reflejaron negro sobre blanco que Pombo no acepta doblar su sueldo y que pretende ser uno de los jugadores mejor pagados de la plantilla.
Equivocado o no el canterano en sus pretensiones, quiero recordar que nada más finalizar la temporada pasada, con el duelo de la eliminación a manos del Numancia muy presente, Lalo Arantegui y José María Barba reclamaron una mejora de sus emolumentos vista la excelente temporada del Real Zaragoza y su destacada labor en la confección y dirección de la plantilla. La verdad es que me pareció justo que reclamasen lo que creían merecer, y es por eso mismo que hoy no entiendo semejante malestar con Pombo y sus representantes, aunque quizás este enfado sea la antesala de una rebaja voluntaria en su salario al considerar que este año en la dirección deportiva no han estado a la altura. Si este paso se da, empezaré a entender el `caso Pombo´.
El sentido común de Víctor
Mientras tanto, el único en poner sentido común en toda esta historia ha sido Víctor Fernández. El técnico analizó la situación y llegó a la siguiente conclusión, si el Real Zaragoza ofrece todo lo que puede y Pombo espera más dinero, lo mejor es una venta y todos contentos. Así de sencillo. Por cierto, por dejar claras las cosas, si Pombo estuviese jugando como sabe, buena parte de la afición no le pitaría, nos evitaríamos gestos al ser sustituido e igual la renovación ya sería una realidad. En esta historia, todos tienen parte de culpa.