Tras el decepcionante partido del Huesca en Albacete, que finalmente terminó bastante mejor de lo que parecía, las miradas, como casi toda la temporada se fijan en el banquillo, y en su máximo responsable, Michel Sánchez. Aquí, algunas reflexiones para saber si el técnico madrileño acabará siendo más héroe o más villano.
Querría centrarme en las cosas vistas sobre el Carlos Belmonte, pero me perdonarán si me retrotraigo en el tiempo con algunas cosas genéricas de toda la temporada. Porque aquellos barros, han traído estos lodos tanto para bien como para mal.
Al parecer, el culpable de toda esta situación es Michel: culpable de estar cuarto, de tener 54 puntos. Culpable de ser el mejor equipo del primer cuarto de liga con un fútbol tanto bonito, como efectivo y fulminante.
También es culpable de jugar siempre con cartas marcadas, con un mismo esquema con distintos hombres y con una misma forma de juego, sea enfrentando al Girona, al Mirandés, a la Ponferradina o al Extremadura, por poner ejemplos de equipos que juegan en la misma categoría por objetivos distintos y con distintas formas de juego.
Es culpable de enrocarse en una idea, pero no saber transmitirla a una afición que entiende pocas de sus decisiones. Más allá de sacar el argumentario para explicarlo, cual padre haría con su hijo, sigue encerrado en una burbuja donde piensa que todo está bien, que existen errores que han costado puntos, pero que el equipo va a seguir igual, pase lo que pase.
Sin correcciones
Lo cotidiano, es ver a los entrenadores incidir en su filosofía de juego, pero dejan muy a las claras que los fallos se pagan y no se repiten. En momentos de los partidos o en el choque siguiente, quien comete errores que ya son repetitivos, deja de hacerlo por no estar sobre el césped, o porque durante la semana se han encargado de corregirle y enseñarle una nueva manera de hacer lo que el entrenador quiere.
En el Huesca no pasa eso, al menos, si ha pasado se me ha escapado. El Huesca sigue empeñado en salir desde su campo con el balón jugado, y me faltan dedos de la mano para contar las veces que una pérdida en la salida del balón ha supuesto un gol en contra, pero duro y dale, el Huesca sigue con lo mismo. Pareciera que el técnico madrileño, hubiera heredado en menos de un año el gen de terco y tozudo del buen aragonés.
Todo el mundo tiene derecho a equivocarse, es más, quizá esté obligado a hacerlo para aprender y demostrar que no es infalible; pero errores repetidos y continuados, no deberían estar permitidos en un equipo que aspira a ser uno de los dos mejores al finalizar la larga temporada. El Huesca cometía errores en la jornada 6, eso no era malo, lo preocupante es que en la jornada 34 los sigue cometiendo.
Los cambios
En el Belmonte, 8 fueron los cambios con respecto al último partido. Aquí sí me alineo con Michel: primeramente, porque 12 jornadas en 6 semanas, más unos hipotéticos play off de ascenso, son demasiados partidos, y el Huesca, en muchos de ellos, debería mandar sobre los rivales, dando igual quien estuviera sobre el césped.
El problema viene, cuando los futbolistas, entiendo yo que frescos de piernas, son incapaces de superar al rival, no en el partido completo, sino que el Huesca nunca fue superior a su rival del domingo, salvo en los últimos minutos donde tras encontrarse con un penalti, se dio cuenta que podía empatar un partido que tenía muy perdido.
Eché mucha falta de garra en el inicio del choque: ponerte a 2 puntos de tu primer rival directo por el ascenso parecía motivación suficiente para que el Huesca saliera a por su rival asustando desde el primer momento: nunca lo hizo. ¿Por qué? Porque a buen seguro siguió las consignas de juego de su entrenador, y jugar con las cartas descubiertas es lo que tiene: anular tu juego es muy sencillo.
La “mejor plantilla” de Segunda
Cuando el futbolista se da cuenta de esto sobre el césped, y es muy fácil darse cuenta, echo de menos una ‘minirevolución’; un pasar a un inexistente plan ‘B’, Tomar decisiones que cambien la forma de jugar en algún momento determinado para dejar de ser un equipo tan previsible.
El futbolista del Huesca parece un niño que repite como un loro la tabla de multiplicar del dos que le han enseñado en el colegio a todas horas, y con esa cantinela desayuna, y se duerme de cansancio tarareando el “2 por 5 10” ya caída la noche.
Por ese motivo, me sorprende que todas las iras y miradas vayan hacia el entrenador, y no se desvíen ligeramente a la “supuesta mejor plantilla de la categoría”. Porque nos han hecho creer que el Huesca es la mejor plantilla de Segunda, y si lo es realmente, es incapaz de demostrarlo en los últimos meses.
Creo en su calidad, en que individualmente perderían pocos duelos ante cualquier rival sobre el papel, pero el fútbol, es algo más que el jugar mejor o peor con arreglo a tu nivel de calidad.
Creo que los jugadores del Huesca, saben y pueden jugar a otra cosa que no sea el sota, caballo, rey, y por eso, reparto las loas y las culpas de la situación del Huesca entre todos, no sólo es culpa del entrenador la actual situación del equipo.
Ahora bien: la gestión de ahorrar piernas, de que jueguen los menos cansados y del reparto de minutos, puede ser una buena solución si se alarga la temporada, pero cuidado, que tener las piernas frescas pero el objetivo inalcanzable también puede darse, y entonces, el uso del GPS habrá servido de poco.
Si piensan que Míchel va a moverse un ápice de su convicción, ya pueden irse mentalizando de que no va a ser así. El único consuelo que me queda, es pensar que él es el que acertará al final y la gran mayoría somos quienes nos equivocamos. El técnico madrileño tiene muchas papeletas para ser villano, muchas, pero cuidado no termine siendo un héroe y el resto, nos la tengamos que envainar.