Parece que haya pasado mucho tiempo pero tan solo han transcurrido diez meses desde que Míchel dejó el banquillo de la SD Huesca donde ahora, Nacho Ambriz, intenta repetir el éxito que dejó su predecesor en Segunda División. Será la primera vez que el entrenador madrileño vuelva a ver al conjunto oscense y lo hará entrenando al equipo rival, el Girona.
Y no será en el mejor momento, tanto para el uno como para el otro, ya que ambos comienzan a estar bastante cuestionados; aunque sin duda, de los dos, Míchel es el que más ve peligrar su puesto actualmente. El conjunto catalán no ha logrado despegar en este arranque de la competición y, con 8 puntos, se encuentro en puestos de descenso. Las exigencias de un club que persiste en la lucha por volver a Primera División hace que la paciencia se agote pronto y una derrota el próximo sábado podría colocarlo al borde del precipicio.
Los azulgranas van un poco mejor pero la situación tampoco está para tirar cohetes. El equipo está totalmente atascado y ve como la zona de ascenso se aleja cada vez más y más. El técnico mexicano no ha logrado dar con la tecla para que sus jugadores practiquen el juegue que tanto desea demostrar y eso, añadido a la falta de actitud, está repercutiendo negativamente en los resultados. ¿Comienza a estar Ambriz en la cuerda floja? Es pronto para decirlo, pero lo que está claro es que la afición necesita volver a saborear una victoria para volver a creer en algo y recuperar algo de confianza.
Los números en el Huesca
Con este reencuentro entre Míchel y la SD Huesca, es inevitable recordar la última temporada del equipo en Segunda División (y olvidar el inicio de la pasada, pero eso es otra historia) y hacer una breve comparación con los números que está cosechando Ambriz. A estas alturas, en la jornada 9, de la temporada 2019/2020 el conjunto altoaragonés era quinto en la tabla con 15 puntos; cuatro menos que los que lleva ahora mismo el técnico mexicano ocupando la 12ª plaza.
Aun así, aquel equipo tuvo un camino tortuoso y muy complejo que, previo al parón por el confinamiento, parecía que no iba a ningún sitio. La Segunda División demostró una vez más que no se puede dar a ningún equipo por muerto y, al final, se proclamaron campeones de la categoría. Ambriz tendrá este sábado al mejor ejemplo de que Segunda puede ser traicionera, sí, pero también puede dar un cambio de rumbo radical hacia bien. Montilivi puede ser el lugar perfecto para ello.