ZARAGOZA | El Real Zaragoza divide sus frentes en una catarata constante, como si un día fueran diez y una semana en 2025 fuera un mes en cualquier otro lugar. En este lapso, el Real Zaragoza ha presentado a su nuevo entrenador, ha renovado a uno de sus descubrimientos, ha reinsertado a uno de sus descartes y medita la baja de uno de sus canteranos. Al mismo tiempo, prepara una salida millonaria para Iván Azón y busca su relevo en el mercado: con Álex Forés como el primero entre las cábalas.
Mientras tanto, Cordero peina el mercado en busca de un refuerzo por línea y el equipo asimila la metodología Ramírez. Desde el vestuario se habla de un equipo más aplicado, de entrenamientos llenos de tensión y de análisis, con más voces y una carga física mucho mayor. Es una señal propia de este juego, también una ley no escrita en cada cambio de técnico. Nadie suele decir que se trabajaba poco en los entrenamientos del pasado, pero todos suelen coincidir en que se trabaja mucho más en los siguientes.
En un contexto complejo, el Zaragoza deberá demostrar que el cuerpo técnico ha aprovechado su tiempo, el descanso que ofrecía la competición. Enfrente estará un Elche al alza, que vuela también en el regreso del fútbol, capaz de someter a Las Palmas en Copa. Quizá conviene recordar que a estas alturas de la semana no hay nada más importante que el partido que se jugará en El Martínez Valero. El recurso de un nuevo entrenador queda muy marcado por la primera impresión. Su efecto se basa en el rendimiento inmediato, en una teoría que abrazan todos los goleadores. Preguntadle a un delantero cuál es su gol favorito y todos te responderán lo mismo: el próximo.
Es probable que si a Ramírez le preguntan cuál es su partido más importante, será más delantero que nunca en su respuesta.