ZARAGOZA | El Real Zaragoza agrava su tragedia y dispara a todos los frentes. Ante el Tenerife temblaron los cimientos y el reparto de las quejas llegó desde el palco al césped, pasando también por el banquillo. Con Ramírez se batió un récord en La Romareda. Bastó una hora de partido para que la grada pidiera el cese del técnico el día de su bienvenida.
Ramírez se ha equivocado mucho en dos partidos: ni supo exactamente por qué venía ni supo el lugar al que llegaba. Pasó de ser un técnico flexible a aferrarse a un sistema que en Zaragoza parece una condena. Se preocupó por esconder los defectos del grupo en lugar de crear un contexto en el que potenciar algunas de sus virtudes. En la previa quiso un plan muy diferente del que aplicó durante el encuentro. No supo conquistar a La Romareda con un fútbol valiente, atrevido, que no mirara el reloj ni el GPS. Su equipo jugó siempre hacia atrás y no logró impulsar a la grada, tampoco sumar ocasiones ni disparos ante el colista.
Quizá el mayor problema es que Ramírez ha perdido la pista del técnico que fue antes de venir. Empeñado en corregir las lagunas defensivas del Zaragoza, también los defectos tácticos de sus equipos, ha construido una jaula en el lugar de una propuesta. Al margen de esa suma de errores, es justo resaltar que Ramírez sufrió un veredicto cruel, que no parecía corresponderle solo a él. Se le ha mirado como un apócrifo de Velázquez, como el tipo que ocupó además la silla que dejó vacía Víctor Fernández. Con todo lo que eso conlleva.
Ramírez fue en parte un daño colateral. Le correspondían los pitos silenciados por la figura de Víctor, el recuerdo reciente de Velázquez, la suma de 20 entrenadores en 12 años, el tercer proyecto de la nueva propiedad, la desesperación de la gente o un nuevo año al borde del fracaso. El empate ni apagó ni salvó el incendio, pero le concede una pista para el futuro: debe evitar un dibujo que en este club siempre parece maldito. Y le ofrece una réplica: si su equipo fue capaz de cambiar en 64 segundos setenta minutos de tragedia, también él tiene alguna posibilidad de modificar una sentencia que se escribió desde la grada.