ZARAGOZA | El Real Zaragoza volvió a terminar una jornada en puestos de ascenso directo gracias a la victoria por la mínima en el Principado de Andorra. Tres puntos sufridos que llegaron a la capital aragonesa de la mano de Víctor Mollejo, autor del único gol del partido.
El caso de Víctor Mollejo es digno de valorar. El toledano vive su segundo año como cedido en el conjunto maño. Durante el verano tenía claro que quería volver a Zaragoza. Volver para ser importante y demostrar su talento, uno que se dejó ver en pocas ocasiones el curso pasado, cuando además se lesionó de gravedad.
No lo iba a tener fácil. Con una confección de la plantilla tan completa, la competencia iba a ser enorme y Víctor tenía que ganarse el puesto. Hasta la fecha, varios jugadores han estado por delante de él y solo ha sido titular en un encuentro. El de Andorra.
En 9 jornadas disputadas, Mollejo ha estado sobre el verde en todos los partidos, pero solo ha jugado 222 minutos. Hasta el jueves, había participado siempre como recambio en los últimos minutos. Por fin, en una semana propicia para hacer rotaciones, Fran Escribá apostó por el futbolista propiedad del Atlético de Madrid. El de Toledo dio un ejemplo de cómo aprovechar las oportunidades y apunta a ser titular ante el Alcorcón.
Más calidad que cantidad
Sin disputar muchos minutos, Mollejo está siendo un jugador esencial y se va abriendo paso. De hecho, actualmente es el máximo goleador del Real Zaragoza, con dos tantos. Superó al resto de anotadores: Valera, Azón, Jair, Francés, Manu Vallejo, Maikel Mesa y Francho.
Su primera diana cerró el partido ante el Cartagena en el minuto 92, en una acción en la que tiró de astucia. También logró dar el triunfo a los zaragozanos con un testarazo perfecto, imparable para Dani Martín frente al combinado de Eder Sarabia al filo del descanso. Tras avisar previamente con otro remate de cabeza, aprovechó el gran balón de Jaume Grau para mandar el esférico al fondo de la red, defendiendo que la altura (1,76 m) no es lo más importante. Ahí llegó su recompensa.
Aunque se le dé bien el papel de revulsivo, en el último partido demostró que tenerlo desde el inicio también aporta muchas cosas positivas, además del propio gol. Un jugador que lo deja todo en el terreno de juego durante los 90 minutos, que lucha, corre a cada balón y presiona arriba con un esfuerzo incansable. Salió con ganas de comerse el campo, de hacerse notar, y estuvo en todas. Así pues, cumpliendo con la función que se le había otorgado, y siendo el mejor del equipo, se ha ganado un puesto en el once inicial que deberá confeccionar Escribá de cara a mañana.
Mollejo madura en su celebración
Hoy sí se puede hablar de Mollejo solo por lo futbolístico. Fue de lo poco salvable del compromiso ante el Andorra y ninguna polémica ensucia su labor. Todos recordamos su desacertada celebración en Cartagena, donde se agarró los genitales y provocó la denuncia de la liga.
Frío, maduro, con templanza, su celebración fue totalmente distinta. Tras poner el 0-1, Mollejo se tocó la cabeza, con un rostro serio. Un gesto con un doble significado: golazo proveniente de su testa, y la respuesta a toda la polémica, mostrando que sí pensaba, que estaba concentrado y sabía lo que hacía. En las declaraciones post partido explicó para Movistar + que representaba “el tener cabeza, perseverancia y creer en el trabajo”.
Con inteligencia y esfuerzo, Mollejo quiere ser el jugador que todos esperan de él. Va por el buen camino y su cabeza es fundamental para llevarle lejos.