El rider Lucas Eguibar debuta esta madrugada (horario de España) en sus segundos Juegos Olímpicos. En Huesca estará muy pendiente uno de sus grandes amigos, el jugador del Levitec Huesca Mikel Motos.
Mikel Motos vivirá esta noche pendiente de lo que hace su buen amigo Lucas Eguibar en los Juegos Olímpicos de Pyeongchang, en la que es la segunda cita olímpica del rider de San Sebastián. Los dos son donostiarras y se conocieron hace cuatro años, en una gala de deportistas guipuzcoanos. Allí empezaron a forjar su amistad, aunque no sean de la misma cuadrilla. “Todos los que le conocemos tenemos una cita esta noche, aunque sea desde las 2.00 de la madrugada más o menos. Hay ganas de verle y de disfrutar de unos Juegos Olímpicos. Van a ser sus segundos, pero estos son especiales porque hay muchas expectativas creadas sobre él”, acota Motos.
El ‘rider’ se deja caer por el Palacio de los Deportes para ver al escolta cada vez que puede. También le gusta el básquet y cuando ha estado en Huesca nunca ha ido al palco. “¡Qué va a ir al palco! A él no le van esos rollos. Es más del barro, del underground, de pasar desapercibido y estar con los amigos. Es que es un tío muy sencillo y cercano”, suelta con una sonrisa Motos. Y lo dice de quien es top mundial en el snowboarder cross, ganador del Globo de Cristal, subcampeón del mundo… y con una presión brutal para que esta madrugada se cuelgue una medalla al cuello y, a ser posible, la de oro. Una presión desmedida. Quizá, hasta injusta. Pero ya se sabe; en muchas ocasiones este es un país de extremos. Puerta grande o enfermería. Por eso Motos se tensa cuando ve la presión que hay sobre su amigo. A favor de Lucas está no solo su físico. Especialmente brilla por su mentalidad en carrera. Es muy táctico. Y la vida le ha dado muchos palos. Lo han endurecido. Es un veinteañero, sí, pero con la cabeza amueblada como si tuviera muchos más si se toma como referencia que la edad te da poso y pausa.
A Mikel también le gusta el esquí. Eso sí, él es ‘palillero’. Aprendió a esquiar desde pequeño, ya cuando iba a la ikastola Axular Liceoa. La tabla, de lejos. Y la canasta le alejó de las pistas, de los descensos. Incompatibilidad absoluta. “Cuando alguna vez subimos a la montaña, veo a los esquiadores, paso por Marchica, el ambiente… me entran unas ganas terribles, pero es incompatible calzarse los esquís y jugar en un equipo profesional de baloncesto”. Y desliza un último giro sobre su amigo: “La verdad es que impresiona ver a Lucas en directo”.
Mikel Motos llegó al baloncesto por derivada familiar. Antes probó otros deportes. Hasta esgrima -“me gustaba ver y durante un verano entero lo hice y aún me acuerdo de los pasos”, explica- y tenis de mesa. Sus padres -Lorenzo y Esther- y su hermana -Naiara- han jugado a básquet. Su ‘aita’ fue jugador en lo que ahora es ACB y le entrenó en el Askatuak.
A sus 25 años, cumplió el 30 de enero, el escolta del Levitec Huesca se confiesa temperamental y reconoce eso que lo hace “vulnerable”. Guarda en su mochila ya su paso por la ACB, por estar a las órdenes de entrenadores como Sito Alonso, Jauma Ponsarnau y Porfirio Fisac y se muestra ávido por aprender. “Tengo 25 años y sensación de estar en los 22. Estoy en un proceso de mejora para llegar al objetivo que me he marcado que es jugar en ACB y en mi casa. Mi meta es llegar a jugar en la ACB y no como undécimo jugador”, recalca.
Y en ese camino, Huesca juega un papel clave. Llegó con ganas de acumular minutos. Y está encantado. Cerca de su casa, ha hecho buenos amigos y es un sitio “donde te dejan crecer. Es un buen equipo para trabajar y la LEB Oro es una liga que te curte mucho. Peñas es un buen sitio para crecer y más con esta competición que cada temporada va a más”, señala.
Además de jugador baloncesto, donde pone la frontera en los 35 años si logras que las lesiones te respeten, estudia en Huesca Educación Física y del Deporte que se añade al Magisterio en inglés que ya tiene. Y es que además de euskera, español e inglés, sabe algo de francés y de catalán ya que su hermana vive en Gerona con su pareja y su hijo. “El sobrino me habla en catalán y yo en euskera. Como dijo David Doblas -jugador cántabro de baloncesto- lo importante de los idiomas es echarle cara. Le he visto ir a programas a hablar en euskera”, se ríe.
Esta tarde, tras el entreno, Motos buscará el tiempo necesario para ser uno más animando a Eguibar desde que salte del portón rumbo a la gloria en Corea del Sur.