El Real Zaragoza ha tocado fondo o eso parece. El equipo necesita cambios y han llegado, pero no son lo suficiente para mejorar. Nueve partidos sin conocer la victoria y tres puntos de los 27 posibles están dejando al conjunto del escudo del león en una situación muy crítica. Ni Rubén Baraja, ni Iván Martínez, en dos partidos, han conseguido cambiar el rumbo de una plantilla a la que a priori se le queda grande la categoría.
La llegada de Iván Martínez ha hecho mejor al Real Zaragoza, en cuanto a juego y sensaciones, pero todo sigue igual. Mirando la clasificación, el tiempo pasa, quedan menos puntos y los blanquillos parece que no reaccionan. El descenso es una realidad. Decimonoveno o cuarto por la cola, da igual, el león no gana y sus sensaciones aspiran a luchar por la permanencia y no por el objetivo de un club como es el Real Zaragoza, luchar por ascender a Primera División y estar entre los mejores.
De la historia no se puede vivir, eso está claro. Aunque, el Real Zaragoza está pasando por su peor momento desde el descenso, incluso desde la llegada de Víctor Fernández al banquillo la temporada pasada. Nadie da la cara y se está demostrando que el equipo da para lo que da. La directiva ahí está, dejando pasar el tiempo y sin reaccionar. Ningún dirigente del club explica el porqué de la situación, cosa inexplicable. Si la competición terminará esta semana o en un mes, ¿el Real Zaragoza estaría salvado?
La afición quiere respuestas
Los fichajes no ilusionan y las lesiones siguen siendo un lustre en el Real Zaragoza. Lalo Arantegui en su última comparecencia en rueda de prensa pedía tranquilidad a la afición. Esa semana los blanquillos rozaban las posiciones de descenso, pero el Director Deportivo manifestaba que los zaragocistas no se alterasen por la situación del equipo. Esta fue la gota que colmó el vaso. Las «posibles» batallas en la directiva y lo que no ha salido a la luz preocupa a una afición, que sin poder ir al estadio, ve como su equipo se apaga como una vela. Los zaragocistas son la fuerza del león, que durante estos primeros meses de competición, los estadios vacíos han vuelto a pasar factura.
El descenso está ahí, pero la directiva blanquilla continúa apartada de la realidad. Que La Romareda esté vacía es un plus para que la mala gestión de esta temporada continúe alargándose. Silencio y sin respuestas es con lo que se tiene que conformar la afición. Aunque, la paciencia se ha terminado. La directiva tiene que dar la cara, explicar lo que pasa y de este modo no cargarse al Real Zaragoza, que poco a poco va recordando al Deportivo de la Coruña de la temporada pasada.