Una semana te vas encantado a casa después de haber visto un partidazo de la SD Huesca y a la siguiente te queda un amargo sabor a disgusto por la falta de efectividad para hacer goles. Esto es la Segunda División, una de las ligas más igualadas de Europa, una categoría en la que no hay que dar ningún resultado por sentado. Ni la posición en la tabla, ni el límite salarial, ni los nombres de los jugadores son determinantes para predecir si tu equipo va a ganar o perder en el siguiente encuentro. Precisamente en esta incertidumbre reside la hermosura y emoción de esta liga. No poder dar nada por sentado hace que dicha emoción ascienda a cotas impensables en otras categorías.
Pese a esta máxima igualdad, de nuestro equipo esperamos un rendimiento destacado. Venimos de la primera división, tenemos el cuarto límite salarial más elevado, unos jugadores que otros años han sito “top” en esta categoría y un cuerpo técnico que conoce bien la segunda y sabe lo que es ascender a primera división. Sin embargo, en el ambiente de la afición, no se respira un clima de satisfacción absoluta con el rendimiento de los nuestros. Es cierto que esta insatisfacción, viene alimentada por las expectativas que nos hemos creado todos, incluido el propio club y los jugadores. La falta de ambición te aleja de tus objetivos, pero la ansiedad por conseguirlos, también puede ser un obstáculo. Ni la una ni la otra.
Gol, ansiada compañía
Simplificando al máximo, el fútbol consiste en que te metan menos goles de los que tú consigas hacer. En lo primero somos los mejores, en lo segundo tenemos que mejorar. Hacemos méritos para tener más goles a favor: dominamos la posesión del balón, llegamos muchas veces al área rival, generamos ocasiones claras en todos los partidos… Pero la falta de efectividad o la ausencia de un referente de gol, está impidiendo que la SD Huesca consiga más tantos.
Innegable que nuestros jugadores son los primeros que querrían llevar más puntos. También a ellos se les ha notado nerviosos en el campo, precipitándose para acercar el balón de forma directa a las inmediaciones de la portería del rival. No se les puede reprochar falta de actitud ni de entrega. No se les puede echar nada en cara. Es una simple falta de puntería. No es algo baladí, pero tal y como estamos jugando llegarán más goles, seguro. Como afición a lo nuestro: a animar, arropar y ayudar desde la grada. Seguro que esta actitud desde nuestra butaca suma más que la contraria.
Tras casi tres meses de campeonato, quizá no hay que mirar con tanta preocupación a la tabla clasificatoria. Quedan casi siete meses y lo importante ocurre a partir de marzo, a partir de ahí es cuando todo se decide. Con la igualdad que hay en la categoría es difícil que en marzo haya dos equipos muy distanciados del resto en lo alto de la tabla. Si llegamos a esas fechas entre los seis o incluso ocho primeros, con el equipo bien físicamente, sin lesiones importantes, mentalmente en fase de crecimiento y conseguimos enlazar varias victorias seguidas, tendremos casi al alcance de la mano la consecución de nuestras metas.
Agarrémonos a la fortaleza defensiva, si dura será buena señal. Agarrémonos también a la amplitud de la plantilla y a la calidad que atesoran nuestros jugadores. Hay mimbres para seguir confiando. Los resultados llegarán.