ZARAGOZA | Las personas que forman el mundo del fútbol están acostumbradas a los cambios. Los cambios de equipo, de ciudad, de clima y de estilo de juego están muy presentes en la vida de los jugadores. Unos están arraigados al club que les vio nacer como futbolistas, pero otros van viajando casi cada año en busca de un lugar feliz. Uno de los mejores ejemplos de trotamundos radica en la figura de Maikel Mesa. El canario ha recorrido España de norte a sur en busca de una estabilidad clave en el mundo del fútbol. Sin embargo, tras mucho vagar, parece que en Zaragoza ha encontrado un lugar en el que sentirse importante y en el que desarrollar sus cualidades futbolísticas.
Maikel Mesa es un pelotero particular, un jugador que está en su punto álgido de madurez futbolística. Su temporada se explica a partir de la experiencia y de la sangre fría, además de sus goles. Y es que, gracias en parte a estas facetas, el mediapunta está realizando su mejor campaña -en cuanto a números- desde que dio el salto al fútbol profesional. Sin ser delantero centro, el canario suma 11 dianas, cifra casi inédita en los últimos años.
Con el CD Tenerife en la recámara, el conjunto aragonés lo sitúa como el buque insignia de su ofensiva. Y no es para menos, pues gracias a su tranquilidad desde los once metros el Real Zaragoza está avanzando hacia la ansiada permanencia. Porque Maikel es de los únicos que se atreve a lanzar un penalti a lo panenka en El Alcoraz, y porque también es de los pocos que se atreve a coger el balón y mandarlo a guardar en el último suspiro ante todo un líder como el CD Leganés. No es algo nuevo para él: ya salvó desde el punto fatídico al Albacete de Lucas Alcaraz en el estadio del Cádiz. Maikel Mesa es un tipo distinto al resto, frío durante la mayor parte de los minutos, pero decisivo en el momento de la verdad.