El partido de Narváez sirve como termómetro de un Zaragoza lleno de voluntad, negado casi siempre ante el gol.
Ante La Real Sociedad B se vivió una historia similar a la que vimos ante Cartagena o Fuenlabrada. El Zaragoza se volcó, generó fútbol y remates para todos. Volvió a arrinconar a su rival y acabó el duelo en el área del Sanse. Y nuevamente falló ante la sombra del portero, nublado cerca del gol.
Los números del Real Zaragoza reflejan su trauma ante las porterías. En la temporada ha realizado 86 disparos, para enfocar a puerta en 28 ocasiones. Su porcentaje de acierto se reduce a un 32 %, lejos del 40% que marca la media de la categoría. Pero todavía es menor si se tiene en cuenta un detalle sustancial. El Zaragoza ha necesitado 28 disparos a puerta para marcar solo 4 tantos en 6 partidos.
Nadie refleja esa maldición como Juanjo Narváez, que supera la veintena de lanzamientos y ha enfocado en 11 ocasiones entre los palos. El duelo de ayer, con su primer tanto del año, pudo haber sido una liberación. Pero el empate final refleja más bien su desdicha, el punto de acierto que al Zaragoza le sigue faltando y que Narváez necesita.
A pesar de una mejora sustancial en los últimos encuentros (49 disparos en tres partidos), el grupo nunca había exigido tanto a un portero como en el duelo de ayer. Gaizka Ayesa vivió su tarde más feliz en un gran escenario, autor de 11 intervenciones que desesperaron siempre a La Romareda.
La tarde de Narváez
Juanjo Narváez quiso rebelarse pronto ante el resultado. En su primera opción, protagonizó dos disparos en uno solo. Recibió y orientó para estrellarse en el golpeo y en el rechace con Ayesa. Poco después, esperó agazapado el error de Arambarri. Puestos a equivocarse, el central se equivocó dos veces. Primero le cedió un balón ideal a Narváez y después cambió la trayectoria del disparo del colombiano. Juanjo Narváez cantó el gol como si fuera solo suyo, a la espera de que el expediente se lo adjudique a él o al defensor en propia puerta.
Durante el encuentro, Narváez, como todo el Zaragoza, siguió probando su suerte. Al equipo le faltó un punto de pausa, capacidad para elegir la mejor opción y el mismo remate de siempre. Narváez probó de cabeza y cerca del final, llegó su mejor opción. Ayesa detuvo un intento de Azón y el colombiano cazó el rechace y remató a gol en fuera de juego. La sospecha de que estaba en posición antirreglamentaria no le impidió celebrar unos segundos y aumentar su frustración poco después.
Narváez resumió al acabar el partido la situación de un equipo que lo intenta todo y que sigue fallando en lo esencial. Sucedió de nuevo ante el Sanse y no se liberó del todo el delantero, que celebró dos veces para marcar la mitad de un tanto. Aunque con algunos matices distintos, sigue vigente una impresión ya conocida: el colombiano está al frente de un pelotón sin suerte.
La temperatura del Zaragoza se mide, un partido más, a través de Juanjo Narváez.