Estamos bastante cerca de alcanzar un tercio liguero, cuando apenas llevamos 3 meses de competición, luego, nos tiraremos 7 meses con los otros dos tercios, pero es lo que tiene el calendario y no hay más.
En estos 12 partidos, a mí el Huesca ni frío ni calor. Porque lo que te da un día te lo quita otro, porque lo que deja escapar un sábado donde no debiera, lo recupera a la jornada siguiente con una solvencia que me hace plantearme si la sensación que tenía la semana anterior era real o ficticia.
Por eso, ni me alineo con los desaforados que tras el partido ante el Girona aseguraban a voz en cuello que el Huesca era el mejor equipo de Segunda, ni tampoco me incluyo en el grupo, menos numeroso por lo que me parece, que no está conforme con el juego del equipo.
Como casi siempre últimamente, me quedo en medio, primero porque no tengo claro a que lado sumarme y segundo, porque detesto estar una semana en un lado de la balanza y pasar al otro lado a la siguiente: me niego a ser un veleta resultadista.
De esta docena de partidos se traduce que el Huesca tiene un buen bloque, que sabe a lo que juega y que si puede, es vertical, punzante, rápido y hasta vistoso, porque ha dado gusto verle jugar al fútbol en distintos partidos, y no sólo en las victorias. Sin ir más lejos, ante el Albacete jugó con un gustos exquisito pero perdió, en Almendralejo fue vistoso 15 minutos solamente pero ganó, ya ven, así es esta Liga.
Los dilemas
Pero en el fondo subyacen algunas cuestiones que me preocupan, y que probablemente sean algunos de los problemas de los que adolece el equipo.
En primer lugar está el estilo de juego: ¿bonito? Sí. ¿Me gusta? Sí. ¿Es eficaz? A veces. ¿Tiene variantes? Si las tiene, yo no se las encuentro.
Cuando alguien le plantea un partido al Huesca basado en ahogarle, en intentar que el partido se pare, que corra el reloj sin jugarse, que asfixie su zona de creación, el Huesca desaparece porque no sabe jugar a otra cosa, y entonces, me vienen las dudas de si no juega a otra cosa porque su entrenador no lo trabaja, (cosa que dudo), o porque no tiene futbolistas para jugar de otra forma. El vivo ejemplo de ello es que cuando hay que colgar balones al área porque es necesario un gol para no perder, Pulido es el delantero centro del equipo. En ocasiones puntuales me vale como recurso, pero no como algo cotidiano.
A pesar de que el Huesca tiene futbolistas veteranos, que han demostrado su carácter no sólo en el fútbol sino en este Huesca, echo de menos a alguien que sepa leer el partido, que ponga pausa cuando se necesita, que meta ritmo cuando detecte que el equipo se cae, que lea el juego adecuado en cada momento viendo las debilidades del rival. El Huesca lo tiene, encarnado en más de un nombre, pero de momento o no se hace notar demasiado, o cuando debe aparecer no está sobre el césped.
Exigir más
No es cuestión de decir que todo está mal, que no lo está, el problema es que el equipo está creado para un objetivo, y de momento, la sensación de cumplirlo es intermitente, hoy sí, mañana no, pasado deja dudas, y no es el mejor camino, porque lo que al final te lleva al ascenso es una gran regularidad, o un final apoteósico, pero esto se antoja como jugar a la lotería, y no estamos para riesgos.
Está permitido perder, porque no se puede ganar siempre. Por cierto, para los estadistas a los que les encanta comparar, el Huesca ya ha perdido más de la mitad de los partidos esta temporada, (5) cuando no llevamos ni un tercio de la misma, que hace dos campañas cuando consiguió el ascenso (9), cada uno que lo interprete como quiera.
Yo quiero un equipo que si tiene un mal día y pierde vale, sé que al siguiente domingo lo arregla, pero no consiento que pasen cosas como en el último partido en Lugo, porque le pueden pasar a un equipo que aspira a mantenerse o a la zona media, pero el Huesca aspira a más, por eso, no se debe de permitir el lujo de perder 2 veces un partido, como bien dijo tras acabar su entrenador.
En conclusión, que todos pueden dar más, pero no perdamos la vista sobre los protagonistas del césped porque en ellos está la respuesta inmediata a lo que ocurre en los partidos, y sé que son capaces de subir un par de dientes la intensidad, la lectura del partido y jugar como han demostrado en algunos partidos: intensidad, controlar el partido, domar al rival, anular sus virtudes y escarbar en sus falencias.