ZARAGOZA | Tosco, plano, apagado. Estas palabras definen a la perfección el estilo de juego del Real Zaragoza. Un estilo contagioso que desde hace unos pocos meses se ha ido implantando de manera progresiva en la plantilla y que sin duda es uno de los principales causantes de la más que preocupante racha de resultados que atraviesa el conjunto que ahora dirige Víctor Fernández.
El hecho de que Real Zaragoza pocas veces ha jugado de manera vistosa esta temporada es irrefutable. Al principio del curso, cuando el equipo carburaba y vencía, no lo hacía precisamente por su buen juego. La intensidad y el gen competitivo de aquellos meses de verano traspasaban los límites marcados por la calidad, pese a que había futbolistas para jugar a una cosa totalmente distinta a la propuesta por Fran Escribá. Uno de estos futbolistas cuya calidad es una de sus mejores cualidades es Maikel Mesa. El ’11’ zaragocista es talentoso, elegante en el control y amenazante en los últimos metros, un jugador distinto a los demás. El juego ofensivo del Real Zaragoza no se entiende sin la presencia del máximo goleador del equipo, de un jugador de chispazos.
Que el Real Zaragoza proponga un juego que desespera y aburre se puede explicar a través del alarmante bajón en el rendimiento del canario. Y es que, en un juego en el que todo pasa por el ’11’, si Maikel no está, el resto de sus compañeros tampoco figuran sobre el césped. Este argumento se puede evidenciar mediante estadísticas, pues desde que Maikel Mesa anotó el último de sus 8 tantos -hace prácticamente dos meses- el Real Zaragoza ha anotado tan solo un gol y no ha vuelto a lograr 3 puntos.
Tiempo de cambiar
La llegada de Víctor Fernández a los banquillos no se está traduciendo en resultados, pero es cierto que se está viendo un equipo algo más propositivo. Aunque el fútbol actual del Real Zaragoza todavía tiene ciertas lagunas, Víctor está tratando de crear un equipo que pisa campo rival, dominador con balón y que acumula futbolistas en los últimos metros.