El belga Nicolas Favresse es un apasionado de la escalada. Las grandes paredes -los ‘big walls’- son su territorio. El anuncio de 2013 en Riglos para una compañía de telefonía móvil cantando el Don’t worry be happy, de Bobby McFerrin, junto a su hermano Olivier y Sean Villanueva fue una promoción extra para los mallos. Esta tarde está en Huesca.
Es un tipo con sonrisa perenne. Nacido en Bélgica (Bruselas, 1980) donde la montaña es un imposible ha encontrado en las grandes paredes su modo de vida. Ahora, como su hermano Olivier ha tenido una niña se han ‘despegado’ un poco y le tocará unos añitos de expediciones sin la compañía de su hermano. Ni eso tuerce la sonrisa de un alpinista que habla maravillas de Riglos –“una montaña mágica”– y de otro de los templos de este deporte como es Rodellar. Nicolas Favresse se encuentra en Huesca donde esta tarde (20.00) da una conferencia en el Centro Cultural Matadero dentro de las actividades paralelas del Banff Festival.
Con su juventud cosida a las llanuras de Bélgica, la montaña irrumpió con fuerza en su vida. “Lo que no tienes es a veces lo que más deseas y para mí, la montaña es un sueño”, explica. Y con un espíritu jovial y la alegría por bandera, la música es el bálsamo perfecto para los días de soledad y angustia en las grandes paredes. “A veces pasas muchos días colgado en la pared. En esta forma de escalar hay tensiones que se quedan muchos días y noté que la música era una manera de transformar esa tensión en creatividad, sirve para tomar perspectiva sobre lo que ocurre. A la montaña no vamos a estresarnos, vamos a divertirnos, aunque es un deporte duro, con condiciones exigentes y esto implica que saquemos otras sensaciones”, señala. Nicolás empezó a escalar con un charango -una guitarra de sudamérica- que se le rompió en Yosemite (California, EE UU), luego llevó una mandolina y ahora en las ascensiones lleva una miniguitarra parecida al ukelele. “Me gusta cambiar. Cuando lo haces pierdes tus referencias y eso es bueno para ganar en creatividad”, dice.
Deportivamente, uno de los últimos éxitos de Nicolas Favresse fue la apertura de una vía en Yosemite a la que llamó ‘Ojo de Sauron’. Lo hizo en compañía de Alix Morris y Drew Smith en noviembre de 2017. Inequívocamente el nombre lleva a ‘El señor de los anillos’ y Favresse explica así el por qué: “Es un poco oscura y queríamos algo que diera un poco de miedo”, acota entre risas y confiesa que sí, que le gusta la obra de fantasía escrita por Tolkien. ‘Ojo de Sauron’ es una vía de 400 metros y 7c+/8a que se encontraron sin querer en Ribbon’s Falls. “Fue un regalo de la naturaleza. Íbamos a escalar otra vía y nos encontramos como con un anfiteatro. En un lado de su final había un techo impresionante. Miramos bien y vimos como una fisura en un techo de unos 40 metros por lo que cambiamos de planes. Nos motivó mucho y la hicimos”. “La sensación fue única, porque además no me gusta mirar con prismáticos. Prefiero mirar las cosas con mis propios ojos y captar ya desde ese momento las sensaciones. Si miras mucho te cierras puertas, empiezas a pensar demasiado. Lo que te permite que salga o no es una regleta de 4 milímetros que la coges con dos dedos”, señala.
Los planes más inmediatos que tiene Nicolas Favresse es ir de expedición el próximo verano, pero sin que tenga el destino fijado. Puede ser en Groenlandia o en Pakistán. Lo único que tiene claro es que será un Big wall y habrá música antes, durante y después de la escalada.