Corría la tarde del 11 de junio. La Romareda estaba llena para que el Real Zaragoza recibiese al Girona en el playoff de ascenso a Primera División. Pronto, se iba a torcer la tarde, y es que el Girona anotaba el 0 a 1 de manera temprana tras un fallo de Whalley. El partido continuó siendo un monólogo catalán y se llegaría al final con un contundente 0 a 3 en el electrónico.
La vuelta, en Montilivi (1-4)
Todo parecía imposible: tan sólo 200 entradas vendidas en la parte visitante para el encuentro de Montilivi. Sólo 200 zaragocistas se desplazaron a Gerona tras el horrible resultado cosechado en la ida. Pero esos 200 valientes fueron afortunados de ver la machada más fuerte recordada en unos playoff de ascenso a Primera.
Los telediarios ya ponían nombre al finalista de la promoción. El Girona era claro favorito para jugar la final frente a la UD Las Palmas (eliminó al Sporting), pero el Real Zaragoza sacó a lucir el escudo que lleva encima.
El león rugió, y más fuerte que nunca. Venció al Girona en su propia casa. Montilivi registraba una entrada magnífica para celebrar, supuestamente, el pase a la final. Pero Willian José, referente en el playoff en la delantera tras la lesión de Borja Bastón en Valladolid semanas antes, ponía el 0 a 1 desde los 11 metros. Acto seguido, y sin tiempo de reacción para los gerundenses, dos cabezazos de Willian José y Cabrera (0-2 y 0-3) dejaban totalmente abierta la eliminatoria. El Real Zaragoza había conseguido remontar en apenas 35 minutos de juego. El Girona, KO.
Una segunda parte de infarto
Tras el paso por vestuarios, el Real Zaragoza no bajó la guardia. Ni mucho menos. Una segunda parte que comenzaba con ocasiones, pero que tan sólo se palpaba en forma de infarto. Hasta que Diego Rico, en una jugada individual, puso un peleado balón para que Fernández, de incógnito, hiciese el 0 a 4 y culminase la remontada. La afición creía, pero aún quedaba sufrir: Aday anotaba el único tanto rojiblanco y ponía el miedo sobre la parroquia zaragocista.
Supo, con garras, defenderse el león, y por ello, consiguió eliminar a todo un Girona que era infalible en casa y que había caído a los playoff tras estar todo el año en ascenso directo. Incluso en la última del partido, Rico dispuso de una ocasión a puerta vacía para poner el 1 a 5, pero el esférico topó en el palo segundos antes de que Arcediano Monescillo, árbitro de la contienda, diese por finalizado el encuentro.
Toda la parroquia zaragocista lo celebró, y es que no era para menos. Lo que consiguió el Real Zaragoza ante el Girona era inédito. El león sacó sus zarpas y demostró que el Zaragoza nunca se rinde. La afición apoyó al equipo en todo momento y nunca dejó solo a un equipo que, recordemos, se formó en apenas 20 días de agosto, tras no poder fichar por los problemas con el antiguo dueño del club. Un partido, una eliminatoria, que pasará a los anales de la historia zaragocista y que nunca estará de más recordar.