Pues sí, lo reconozco. El sábado en algunos momentos pensé que nos habían reseteado nuestra seguridad y fortaleza para dejar paso a un equipo que sufría como no nos tenía acostumbrados. Seguramente sea fruto de la enorme tranquilidad con que esta temporada afronto los partidos de nuestra SD Huesca. Quizá he perdido la noción del tiempo, la realidad, y a buen seguro me salió la vena de aficionado simplón, bufandero y gruñón. Reconozco me pilló desprevenido; nunca viene mal saber dónde estamos y de dónde venimos.
La primera parte me dejó la sensación de haber visto al Huesca más frágil de la temporada -Granada a parte- y seguramente esté equivocado en mi percepción, porque muchas veces obviamos incluir en nuestros análisis al rival, y este Lorca -clasificación a parte- achuchó de lo lindo. Pero hasta en un contexto así, uno, que andaba entre el nerviosismo y la esperanza, atisbaba que a nada que el Huesca volviera a sus orígenes el resultado iba a poner de manifiesto la distancia futbolística que en estos momentos separan a uno y otro equipo.
“Los aficionados estamos condenados a creer, estos chicos se esfuerzan día a día por demostrarlo”
Y, ¡bingo! Tampoco había que ser ningún visionario, lo reconozco. Este Huesca ya pisa las arenas movedizas como un equipo grande, con el arrojo que te da la calidad, pero sobre todo con la convicción de creer en lo que haces, de pararte un segundo para darte cuenta que ese no es el camino y dominar. Dominar sin miedo hacia otra victoria, desnivelando el terreno de juego hasta ahogar al rival y su juego engañosamente sencillo pero eficaz.
Este Huesca se ha ganado, por méritos propios, que se crea en él hasta el último segundo, sea cual sea el desenlace final. El equipo está trasladando día sí y día también un mensaje que retumba en la cabeza de sus obcecados perseguidores: “Aquí no se rebla”. Los aficionados estamos condenados a creer, estos chicos se esfuerzan día a día por demostrarlo. Ganar remontando un partido -y por 2 ocasiones- tiene un mérito extraordinario.
“A este equipo no basta con zarandearlo a la lona, lo debes terminar de rematar”
Fiel a su eslogan está cimentando una realidad que no conviene mirar más allá del bonito e importante duelo ante Osasuna del próximo domingo, porque esta Liga 1|2|3, cada semana no se olvida de recordarnos que quien quiera algo deberá derramar sudor y lágrimas. Perdón si en algún momento tuve miedo este pasado sábado, pero uno, que considera estamos viendo algo excepcional y a la vez muy meritorio, todavía cree que queda un largo camino; eso sí, con este equipo y estos jugadores podemos caminar hasta donde sea.
Por eso me muevo entre la realidad y la ilusión. Esa difícil mezcla que te hace ser consciente de que cada día van a surgir complicaciones, pero que este equipo ha demostrado muchas veces que sabrá sobreponerse a ellas. Si el sábado -que como digo no tuvimos nuestra mejor primera parte- el equipo no hincó la rodilla, tengo serias dudas de cuándo lo hará. Pero ese día tarde o temprano llegará. Y conviene estar preparados.
Eso sí, si algo me han demostrado es que a este Huesca no basta con zarandearlo a la lona, lo debes terminar de rematar. De lo contrario corres el serio peligro de que hasta en el mejor de tus días, no lo logres superar. Estábamos demasiado malacostumbrados, y a veces, sentir el aliento en el cogote también sirve para saber dónde estás.