Quizás este sea el gran debate generado desde ayer. ¿Es suficiente o insuficiente el punto conseguido en Anoeta por el Huesca de Francisco? Pues si atendemos a nuestra posición clasificatoria, sin duda alguna, el punto sirve de poco. Punto a punto, la salvación es imposible de alcanzar. Y esto no es necesario lo diga Antonio Escar ni es mismísimo Pontífice, lo ve hasta el menos pintado.
Pero a veces hay que dar un pequeño paso hacia detrás para intentar coger impulso. Se puede criticar que Francisco fuera timorato con sus cambios. Que no apostara por alguien más ofensivo y volviera a poner a Musto el primero en la rotación. Que dejara a’Cucho’ y fuera Enric Gallego el sacrificado. Todos sanos debates y con los cuales -por suerte lo graban las ondas- estoy incluso de acuerdo, se pecó de demasiado prudentes. Pero hasta incluso en esto le entiendo a Francisco, aunque discuta sus últimas decisiones. Son tantas las veces que hemos sido mejores, que hemos tenido el partido controlado y al mínimo alarde de valentía no han abofeteado, que hasta parece comprensible que se proteja. Tuvo miedo a perder y lo tuvo también a ganar. Cuando uno consigue 7 puntos de 39 (dos derrotas albultada en copa mediante) igual si es comprensible que tenga ese miedo.
Pero lo que no se le puede reprochar es que hizo lo que dijo que iba a hacer: volver al inicio. A su modo de ver – y en eso coincido plenamente- el equipo necesitaba un cambio de rumbo. A falta de piezas nuevas para encajar el puzzle, necesitaba reencontrarse. No hay nada peor que cuando andas perdido, seguir alocado hacia el acantilado.
Insuficiente: sí. Alivio para el aficionado: también
Y en buena medida lo consiguió. El Huesca cuajó el partido más placido fuera de casa a nivel defensivo de toda la temporada -primera mitad de Eibar a parte- que no es poco. La rémora era impresionante: una vuelta sin puntuar fuera y a pocos minutos de establecer un nuevo récord histórico en nuestra liga al ser el equipo que más jornadas había recibido gol en todos sus partidos, casi nada. Con esos antecedentes y la sensación de estar empezando a despeñarse, acudía esta SD Huesca a San Sebastián, no nos engañemos. Insuficiente sí, pero aliviante para el maltrecho corazón del aficionado, también.
Quien más o quien menos comentaba por el casco antiguo de la ciudad la incertidumbre de qué Huesca íbamos a ver. Sin fichajes recientes, poco o nada podía variar, salvo que el equipo se reseteara y volviera a ser ese grupo competitivo de la mayoría de las jornadas. Y durante muchos minutos sucedió, sin grandes alardes, pero gozando de las pocas, pero claras ocasiones del partido. “El que no se consuela es porque no quiere” dice el dicho. Y qué gran razón que tiene, suena a demasiado complaciente hoy, el viernes, seguramente el mensaje ya será muy distinto.
El viernes, frente al Valladolid
Porque el viernes encaramos un partido que debemos ganar y además, con valentía, como siempre ha sido este equipo en El Alcoraz. Si existe un ápice de ilusión a la que agarrarse, pasa por allí. Y poco más, pensar ahora en elucubraciones de puntaje para una hipotética salvación es absurdo e inhumano. Cargar paladas sobre nuestra maltrecha ilusión, es innecesario. El viernes competir, generar, divertirse y ganar.
Eso sí, antes querría pedir como súplica desesperada que por favor, intenten hacer el trabajo que durante 28 días no han hecho. La exigencia en este aspecto si debe ser notable, porque sino, corremos el riesgo de sufrir un final de temporada muy largo. Se ha fallado y al menos, se debe intentar arreglarlo.
Este equipo necesita de nuevos miembros que palíen, como mínimo, las bajas que hemos tenido, lo necesitan y lo merecen. Es dignificante como tras cada golpe consiguen rehacerse, el mérito de este grupo está fuera de toda duda. Que acierten será otro cantar, porque a tenor de lo visto, el nivel de acierto ha sido ridículo, pero qué mínimo que dotar a esta maltrecha afición de un equipo con los mínimos jugadores exigibles para competir estos 4 meses. Si alguien todavía tiene algo de dignidad, estos tres días deben ser de una actividad frenética en ese aspecto. Fallar está permitido, abandonarse debería estar penalizado.