El Huesca ha vuelto. Ha regresado a esa categoría, al fútbol de plata, al que uno se acostumbra con facilidad.
Foto: laliga.esCuatro partidos han bastado para recordar de qué está hecha la Segunda División. Seguramente se acabaron los onces que uno tarareaba de memoria en los dos últimos años. También las victorias autoritarias. Alguna llegará, seguro. Es tiempo de fases, de momentos en cada partido, y de saber acoplarse a ellos.
Lo cierto es que tanto el organigrama como la plantilla se están mudando a la élite. El entorno tendrá que aprender a sufrir. Y el técnico a saber hilvanar un equipo con empaque y carácter. Algo de eso hemos visto ya en estas semanas.
“Hay mimbres de esperanza y se necesitará paciencia”
Pero queda el primer golpe de tranquilidad. Ganar. Es difícil por pronto que sea no ojear de cuando en cuando a la clasificación. Así lo ha recordado alguno de los jóvenes mientras los veteranos miran a largo plazo para no quemarse con las prisas. Pero los datos convierten al choque del domingo en el primer duelo vibrante e intenso de la temporada, más allá del debut.
Con un rival realizando un inicio de joven rebelde luchando contra la dictadura, los azulgranas tratarán de acallar el impulso ilicitano para consolidar el sueño. Esa aventura a la que unos cuantos locos del fútbol se sumaron la temporada pasada y hoy siguen en la plantilla. A ese grupo ha llegado algo de veteranía y una nueva pizca adolescente. Para todos llega el reto de hacer solvente al bloque entero como ya hemos percibido en algunas fases de todos los partidos disputados. Hay mimbres de esperanza y se necesitará paciencia.
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