Solo una cosa se acerca al placer de las primeras veces, y es hacerlas por segunda ocasión. La primera deja huella y la segunda consiste en seguir esos surcos y capturar las mismas sensaciones. Los más afortunados, o los más persistentes, dispondrán de una tercera, una cuarta, una quinta… Quizá ya no sea lo mismo. Entonces lo llamaremos costumbre.
La SD Huesca vuelve a Segunda División dos años después de su descenso en Huelva | Foto: Cordon Press
El Huesca dispuso del tiempo justo para habituarse a la categoría de plata en ese lustro inolvidable que se echó a perder aquella tarde aciaga de Huelva. El ascenso en Écija fue un chorro de luz cegadora, una llave a lo desconocido. Dentro de unas horas, los azulgranas vuelven a llamar a las puertas del cielo. Por segunda vez.
Los actores regresan a los mejores escenarios luciendo la ristra de virtudes que ya adornaron el proyecto en sus primeros tiempos: pulcritud económica al servicio de una gestión racionalista y siempre desde el prisma de la modestia. Los mejores futbolistas a los que se puede tener alcance. Ya saben, lo del bote salvavidas rodeado de transatlánticos. La pregunta es si los demás han cambiado. A priori, y antes de que se imparta justicia sobre el verde, abunda la clase media en esta Segunda División 2015/16. Esto es, más oportunidades para asomarse a los pisos de arriba. Grandes venidos a menos y pequeños que quieren ser gigantes.
22 jugadores en plantilla
A la hora de escribir estas líneas, el Huesca suma 22 efectivos. Entre ellos, el once que subió si se obvia al portero Dani Jiménez; con diferencia, la baja más llorada, y el canterano Álex García, que deberá foguearse en el Ebro pese a su mayestático rendimiento en el ‘play off’ y en tramos delicados de la pasada campaña. El resto hace pensar en que serán tan buenos aquí como lo fueron en Segunda B. Carlos David, Aythami, Morillas, Ros, Manolo, Mérida, Camacho (en su noveno curso azulgrana), Tyronne, José Gaspar y Mainz más Zaparain deberían sumar, y mucho, en la celebérrima ruta de los 50 puntos.
Algunas se estrenan en Segunda A, como también sucede con un Tevenet al que solo cabe pedir que sea fiel a sus ideas hasta cuando vengan mal dadas. Los entrenadores que fracasan suelen ser irreconocibles hasta para sí mismos. Entre los fichajes, gente más que curtida como Leo Franco, Iñigo López, Óscar Ramírez y Christian Fernández convivirá con la pujanza como nota dominante. Se intuye el hambre de Óscar Whalley, Héctor Figueroa, Luis Fernández, Samu Sáiz o Darwin Machís. Con ellos, dos apuestas a la espera de calibrar su rendimiento en el fútbol español, Franck Bambock y el recién aterrizado Jonathan Moya. Uno percibe una cierta frialdad en el ambiente para acompañar el debut frente al Alavés y la quiere achacar a la resaca postlaurentina y a la desidia que provoca el calor de agosto, convencido acaso de que la segunda vez terminará mucho mejor que la primera.
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