Hace ya tiempo que el Real Zaragoza se debate entre lo urgente, evitar el descenso a Segunda División B; y lo importante, armar un proyecto que le permita, de verdad, ser un candidato al ascenso de categoría. Como es lógico, lo primero es solucionar lo urgente, conseguir los puntos necesarios para seguir en Segunda. Quién nos lo iba a decir cuando allá por el mes de agosto el presidente Lapetra habló de ascenso directo… Esa es la pelea actual del equipo de Víctor Fernández, poner tierra de por medio con las tres últimas plazas de la clasificación, una pelea que tras el fin de semana respondería al titular de `combate nulo´.
La verdad es que el sábado y el domingo iban bastante bien para los intereses zaragocistas hasta que el Extremadura volvió a hacer saltar la banca. Si hace una semana fue en Málaga donde los de Almendralejo sumaron tres puntos contra todo pronóstico, el domingo su gesta fue en Riazor ante el Deportivo de La Coruña. Cosas del fútbol, el Extremadura ha salido del descenso tras ganar, de forma consecutiva y a domicilio, a dos aspirantes al ascenso… Esta es la parte menos positiva del fin de semana, porque entre el resto de rivales del Real Zaragoza no encontramos ninguna victoria: perdieron el Lugo, el Rayo Majadahonda, el Numancia y el Tenerife, mientras que los desahuciados Nástic y Córdoba sumaron un punto cada uno que les sirve de bien poco. Así las cosas, a siete partidos para acabar este suplicio de temporada, la próxima parada es precisamente en el Nuevo Arcángel de Córdoba, una extraordinaria oportunidad para que el Real Zaragoza confirme que quiere tener un final de curso insulso y aburrido.
Buitres carroñeros
Hasta aquí lo urgente que, una vez solventado, dará paso a lo importante, porque el futuro está en juego. El Real Zaragoza se ha convertido en un club más de Segunda, con una deuda que le impide soñar de verdad con el ascenso. Los números no cuadran y se necesita una inyección de capital acorde a la historia de la entidad y al peso social de la quinta ciudad de España. Se avecinan tiempos de cambios en los que es tan importante la llegada de un nuevo accionista como saber diferenciar el grano de la paja. Sí, ya hubo quien se enamoró de Kadir, el pakistaní que viajaba de Barcelona a Zaragoza en autobús y que incluso fue capaz de utilizar a un mito como Nayim…
Estoy convencido de que volverán a aparecer buitres carroñeros que querrán aprovecharse de la debilidad económica del Real Zaragoza, pero también sé que, tal y como ocurrió a su llegada, en el seno de la Fundación hay patronos sobradamente preparados para elegir la opción que más y mejor le venga al club de sus amores.