Sí, ya sé que Maffeo lo marcó con la zurda, pero a pesar de la tonta mano, Maffeo y el Huesca volvieron a Primera con el pie derecho. Más allá del resultado, (todos habríamos firmado el empate antes de empezar), lo que más me gustó del equipo de Míchel fue el descaro, la intención siempre de querer ir al área rival incluso cuando atacaban los locales, el trabajo a destajo de todos, y la concentración para no cometer errores.
Puso todo eso el Huesca sobre el campo, y le sirvió para sacar un punto, dejando la sensación de que si se hubiera traído los tres, tampoco habría sido nada extraño. Que hay cosas por mejorar, por supuesto. Que el equipo necesita hombres para completar una plantilla más compensada y pedigrí en Primera, también es obvio, pero oigan, este inicio es ilusionante y realista, más aún si lo comparamos al de hace dos temporadas.
Aunque las comparaciones son odiosas y señalar a la portería y al banquillo es sinónimo de ganar por goleada comparando ambos años, no es cuestión de remover lo pasado. Aquello sucedió y con no repetir esos errores es suficiente. Los más graves, parecen subsanados, o al menos muy mejorados.
Incidamos nuevamente en que el Huesca de La Cerámica se equivocó poco, y prácticamente no regaló nada. Vimos en algún partido y sabemos por experiencia que equivocarte una vez puede costarte uno o dos goles, y ese Huesca bisoño de hace un par de años no asomó por Villarreal. Consciente de que iba a sufrir, se preparó y aprovechó sus oportunidades, y cuando le apretaron, supo estar en su sitio y su meta respondió como esperábamos: con un par de intervenciones que salvaron goles, de esas que decimos que al final te dan puntos.
Tampoco pensemos con esto que el Huesca le va a ganar al Cádiz con la gorra, ni que es un partido de obligada victoria. Tampoco presionemos desde el inicio. Se trata de crecer, de ir sumando efectivos y de que vayan entrando si es que les dejan, en el rol de un equipo que a Michel le responde perfectamente, y que no debe cambiar por lo tanto.