HUESCA | He querido tomarme unos días de reflexión para no escribir en caliente, y para analizar reposadamente lo sucedido en la sala de prensa José Luis Trallero del estadio del Alcoraz el pasado lunes 26 de junio. Comparecieron el presidente de la Fundación Alcoraz y el presidente del Consejo de Administración junto al director general del Huesca. Iban a contarnos algo, no sabíamos qué, y lo que nos contaron les prometo que no me lo esperaba: todo va bien. Eso se desprende de 50 minutos de rueda de prensa en la que la autocrítica duró 4 segundos, lo que se tarda en decir “y algunas cosas no tan bien.” Eso duró la autocrítica.
Es indudable que el Huesca no zozobra, que no debe nada a nadie y que tiene solvencia económica. Nos lo repitieron hasta la saciedad, pero eso ya lo sabíamos, porque no nos dedicamos solamente a contar cosas malas. No responderé a todo lo que se dijo: no acabaríamos nunca. Además, hay muchas cosas ciertas en la hinchazón de pecho con la que nos obsequió el presidente de la Fundación Alcoraz: pocas cosas se le pueden reprochar, pero también hay lunares negros, y esos, sabe esconderlos bien y regatearlos, cosa que sigue haciendo fantásticamente en sus pachangas y sus discursos futboleros.
El presidente del Consejo de Administración nos dejó algunas perlas dignas de estudio: la primera, que ha pasado muy desapercibida, es la desaparición de esa famosa y exitosa Comisión Ejecutiva, que el año pasado parecía ser la octava maravilla, y que sólo sirvió de excusa para cortarle la cabeza a Rubén García, para nada más.
Lo que el año pasado era mejorar la forma de tomar las decisiones, un año después desaparece sin motivo alguno. ¿No era la mejor manera de alcanzar consensos? ¿No había llegado para ser el órgano que tomara todas las decisiones en el club? Nada, ya no sirve. Pero no contento con eso, el señor Callizo nos quiso convencer de que no sólo las cosas no van mal, sino que el club se está anticipando a los acontecimientos antes de que ocurran y se prepara por si vienen mal dadas.
Una lástima que no vieran venir el déficit que durante 2 años consecutivos iba a acumular el club. Porque lean bien: es fácil pasar de gestionar 15 millones a 50, pero al parecer es muy difícil hacer lo contrario. Seguramente por eso, clubes que llevan varias temporadas en Segunda tras descender de Primera como el Eibar o el Leganés, siguen manteniendo una salud económica envidiable, han sabido gestionar sus presupuestos sin pérdidas alarmantes de dinero y no tienen sobrepasado el límite salarial.
¿Está el Huesca apurado económicamente? No, no lo está. Pero no ha sabido gestionar bien sus recursos, más allá eso sí de dejarse para muchos años un estadio precioso y unas buenas inversiones en la nueva Ciudad Deportiva. El problema viene de no saber o no querer asumir los errores, sentarse ante los socios y los accionistas y decirles: “Esto lo hemos hecho mal, no lo pretendíamos pero lo hemos hecho mal”, en lugar de sacar pecho por las cosas bien hechas que pasaron hace años.
La delgada línea entre el acierto y el fracaso la llevan fatal los mandatarios del Huesca, pero fatal, y que los árboles no les dejen ver el bosque me preocupa y mucho. Lo de la auditoría y la inclusión del auditor en el Consejo de Administración lo dejamos para otro rato, que tiene tela marinera, y lo de la campaña de socios también. Para quitarse el sombrero. Una pena que lo que ven los de marketing no lo vean los que están más arriba. Mejor nos iría a todos.
“exitosa Comisión Ejecutiva”
Pero… ¡¡¡el elemento mas tóxico sigue en activo!!!