Dani Osanz sigue fiel a su sonrisa y a ampliar su colección de medallas. Debe de haber perdido la cuenta de sus victorias pese a que sigue siendo un crío. Bueno, un veinteañero estudiante de Medicina que cada vez labra más profundo su nombre en el duro deporte de las carreras por montaña. Acaba de firmar un oro. Otro más para colocar en su habitación. Otro en el Kilómetro Vertical. Es la vanguardia de la selección de la FEDME en un deporte tan exigente y hasta se permite codearse con los mayores. Fue plata hace poco más de dos semanas en el Kilómetro Vertical del Mundial absoluto celebrado en el Valle de Boi (Cataluña).
Ahora tocaba -toca- correr en el Gran Saso italiano, cerca de Roma. Por unas montañas que conoce de ediciones anteriores. Llegó con la intención de estar en el medallero. Se sacudió cualquier etiqueta de favorito, aunque por su currículo era el chico a batir. Bueno, él y su compañero de selección Nico Molina que fue Top-5.
La Gran Sasso Vertical Run se trazó sobre un recorrido de 3,8 kilómetros y 1.000 metros de desnivel para llegar a los 2.130 metros de altitud. Y Dani Osanz empleó 36m36s15d. Es cierto que se quedó un ‘poquito lejos’ del tiempo que estableció en 2019 que fue de 34m52s, pero seguro que el oro le compensó.
Un día muy duro
“Estoy contentísimo, pero es cierto que el día ha sido durísimo”, señaló en declaraciones a sportaragon.com. Y no es para menos. A la exigencia del trazado, el calor. “Hacía 35 grados en la parte de abajo. He salido muy fuerte, pero no he podido mantener el ritmo. A mitad del trazado lo he bajado y había mucha diferencia de grados. Ha sido un día muy duro -insistió-, he ganado por 13 segundos -el noruego Kassper Fosser hizo 36m49s14d- y es mi sexto oro. Es mi último año aquí y la verdad es que no puedo pedir más”, explicó el aragonés.
Ya con el Kilómetro Vertical en la saca tocará buscar otra medalla este fin de semana en la carrera en línea donde a la fuerza, habrá que sumar también la táctica.