ZARAGOZA | El Real Zaragoza ha fracasado en las últimas temporadas en uno de los puestos más decisivos de este juego. Y lo ha hecho además en un lugar especialmente simbólico en La Romareda, que siempre fue cuna de grandes delanteros. Esa idea se explica a través de los nombres que han fallado en los últimos cursos: con Haris Vuckic, el Toro Fernández o Pape Gueye como máximos exponentes. Ninguno ha sido tan llamativo como el africano, negado en el fútbol desde que pisó por primera vez el césped del Municipal. El paso de Gueye será recordado por fallos flagrantes e imágenes extrañas, todas ellas impropias del fútbol profesional. Pero con un poco de suerte, la historia ofrecerá a cambio un guiño amable: el debut de Pau Sans.
Pape Gueye y Pau Sans están en las antípodas de este juego. El juvenil del Real Zaragoza es un delantero pillo, veloz e intuitivo. Su juego se escribe a ras de suelo, a través de un centro de gravedad bajo y con los trucos que aprendió en su barrio. Representa la ilusión y la insolencia. Sobre él hay un anuncio: sus mejores goles están por llegar. Pape Gueye es fruto de la ley del highlight, del más vago de todos los atajos. Solo así se explica que el Zaragoza le haya pagado más que a nadie en la plantilla. Sus mejores tantos han quedado registrados en YouTube y si alguna vez se le adivinó alguna virtud, fue por el aire y no sobre el césped.
Pau Sans ha tenido cuatro ratos en el equipo de su vida. Promocionado por Escribá, con el aval de sus goles en División de Honor Juvenil, el canterano vive ahora un momento extraño. No actúa desde el duelo ante el Albacete en La Romareda, mientras ve desde la banda que esos minutos finales son para Gueye. Sobre esa circunstancia la grada ha emitido un veredicto: la afición tiene ganas de ver a Sans y siente que a Gueye ya lo ha visto demasiado.
El delantero senegalés es el más claro ejemplo de los errores cometidos por la dirección deportiva, Sans es el enésimo producto de una cantera inacabable. Basta observar el gesto de los dos jugadores para profundizar en sus diferencias. Sans mira al fútbol con ojos despiertos, como si tratara de absorber todos los matices. Gueye siempre ha dado la impresión de que nunca entendía lo que pasaba.
Los dos conviven en la misma plantilla y hay quien cree que sin el desengaño de Gueye nunca habría llegado la primera oportunidad de Sans. En el mejor de los casos, el relato podría tener un final feliz: que el paso de Gueye fuera olvidado y que la historia de Pau Sans en el Zaragoza solo acabe de empezar.