El mercado avanza sin grandes noticias para el Real Zaragoza, atascado en una operación salida que no llega. El regreso de Igbekeme ha ocupado la única plaza que quedaba libre en el primer equipo y limita a un Juan Carlos Cordero que prometía un horizonte distinto. El director deportivo apurará sus opciones en el mercado y debe mostrar sus cualidades de hombre orquesta. Cordero siempre se movió bien en el alambre, pero en Zaragoza los mercados son siempre una lucha contra el tiempo, un reloj de arena.
Nadie esperaba grandes revoluciones en el mercado invernal y solo hacía falta escuchar a Jorge Mas para entender que su grupo inversor apuesta más por los retoques que la reestructuración. El diálogo de presentación de Cordero y el argumento de Sanllehí es otro de esos clichés que se oyen en cada ventana: “para que haya llegadas, antes tiene que haber salidas”. Y en ese plan comercial, el Zaragoza sigue siendo incapaz de encontrar destino para los que aquí ya sobran.
Radosav Petrovic parece la llave de todas las cosas. Su ficha, excesiva para cualquier equipo, ahoga al Zaragoza desde hace tiempo. El serbio ha recibido ofertas pero sigue a la espera de una que le seduzca. Manu Molina pidió marchar, en busca del protagonismo que aquí ha perdido y el Tenerife aguarda su oportunidad. Además de Igbekeme, que volvió con la certeza de que no lo hacía para quedarse, las situaciones de Jairo Quinteros y Carlos Vigaray también están en entredicho. Y en un limbo distinto aparece Pape Gueye, con un jeroglífico como contrato.
El senegalés es carne de meme, broma de Tik Tok y un chiste de mal gusto sobre el césped. No sé puede intuir cuánto tiempo estará en Zaragoza, pero aunque renazca para marcar, se sabe que ya ha sido demasiado. Como las salidas marcan también los fichajes, Cordero ha visto como se le escapan de las manos un pelotón de futbolistas. Asier Villalibre, Ander Cantero, Manu Vallejo o Andrés Martín han elegido otras opciones que la del Real Zaragoza.
El caso de Vallejo es el más llamativo, quizá porque Cordero había anunciado en privado su deseo de ficharle. Firmado ya por el Oviedo, su cesión era el golpe de efecto que el director deportivo necesitaba. Con Vallejo se cumplían dos requisitos en uno solo: se lograba un jugador diferencial y Cordero firmaba un fichaje de autor. El último nombre que aparece en la lista es el de Pol Lozano, un mediocampista creativo, que aportaría despliegue y fútbol a la plantilla. Pero pase lo que pase, el mercado se cerrará sin que se haya cumplido el mayor objetivo del director deportivo.
A falta de cinco días para el cierre de mercado, el Real Zaragoza solo ha logrado firmar a Tomás Alarcón, que ha defraudado en todos sus inicios. El fichaje del chileno tiene también un nombre propio: lo planificó Cordero desde Tenerife, cuando el acuerdo verbal con el Real Zaragoza ya estaba cerrado. Desde entonces, el mercado no le ha dado grandes soluciones al Zaragoza y Cordero sigue paralizado, en busca de un recurso de última hora.