ZARAGOZA | Lejos de mejorar la imagen del otro día, el Real Zaragoza confirmó que es un equipo en la UCI. Un equipo que necesita un cambio más que evidente. La oportunidad era difícilmente mejorable: en casa -con más de 21.000 aficionados- y contra el colista de la competición. Como se comentaba durante la semana, el equipo de Julio Velázquez no solo debía ganar, sino también convencer. Y no hizo ninguna de las dos.
Tras el empate a nada en La Cerámica, los chicos de Velázquez debían resarcirse y demostrar que fue un tropiezo y no una constante. Pero no quisieron o simplemente, no pudieron. Los locales volvieron al sistema de tres centrales y el resultado fue el mismo: poco juego. El partido comenzó lento pero con el Real Zaragoza intentando crear peligro mediante centros y llevando el dominio de la pelota. Pero con el paso de los minutos, ni eso pudo. El Amorebieta fue entrando en el encuentro y arrebatándole el esférico a los blanquillo, aunque con poco acierto también en una primera mitad donde los guardametas de ambos conjuntos parecieron meros espectadores.
Si bien lo visto en el terreno de juego las últimas semanas no es nada halagüeño, las noticias relacionadas con la enfermería maña tampoco lo son. Con las recientes lesiones de Sinan Bakis, Cristian Álvarez y por último Andrés Borge, Francho Serrano tuvo que ser retirado en el descanso con molestias tras recibir un golpe que le impidió continuar. Poco antes del término de la primera mitad, Velázquez decidió romper con esa línea de tres centrales y pasó a 4 defensas con Francés como lateral izquierdo. Nada fue más sintomático que lo que ocurrió tras que Milla Alvendiz señalará el descanso: La Romareda despidió a su equipo con una sonora pitada.
Tras el paso por los vestuarios y el cambio de sistema mejoró significativamente el Real Zaragoza. Lo intentó más a base de insistir que por fortalezas futbolísticas. Con el trascurso del tiempo, el Amorebieta fue ajustando piezas y entrando en el choque de nuevo, consiguiendo neutralizar las llegadas de los locales y volcar el terreno de juego hacia la meta defendida por Edgar Badia. El tiempo pasaba y el nerviosismo crecía. Las opciones de los aragoneses parecían pasar exclusivamente mediante centros que rara vez fueron rematados, o al menos con peligro. Lo intentaron los laterales y los bandas, pero con poco acierto.
En una tarde fría, aburrida y difícilmente empeorable para los intereses blanquillos, solo el larguero pudo evitar que el desastre sucediera antes. La única nota positiva fue el debut de Lucas Terrer. Otro joven talentoso y de la casa debutó con el club de su corazón y de su ciudad. En un contexto complicado, el canterano demostró personalidad y carácter cuajando unos buenos minutos. Pero el partido aún no había terminado y como no podía ser de otra manera, el encuentro acabó de la peor manera posible. Una falta en la frontal del área a favor del Amorebieta se coló en la portería de Badia y avivó el enfado de una afición que está harta de esta situación.
De nuevo, La Romareda dictó sentencia y despidió a los suyos con una estruendosa pitada al nivel de lo sucedo sobre el césped. Por supuesto, la afición también se acordó del entrenador y pidió al unísono su cese. Una tarde más en la que quedó evidente que algo debe cambiar y debe hacerlo ya. La situación es insostenible y el futuro de Velázquez está más en el aire que nunca.
Ficha técnica
Real Zaragoza: Edgar Badia; Mouriño, Lluis López (Lecoeuche, 77), Francés, Zedadka; Moya (Lucas Terrer, 77), Aguado, Francho (Azón, 46), Valera; Maikel Mesa; y Mollejo (Vallejo, 89).
SD Amorebieta: Campos; Álvaro Nuñez (Jorge Mier, 73), Bustinza, Etxeita, Garreta; Sibo, Erik Morán (Yriarte, 73); Dorrío, Edwards (Lasure, 60), Morcillo; y Unzueta (Rayco, 89).
Goles: 0-1, min. 96: Morcillo.
Tarjetas: Mollejo (59′), Mouriño (81′).
Árbitro: Milla Alvéndiz.