ZARAGOZA | El Real Zaragoza sumó ante el FC Cartagena su quinto triunfo consecutivo. Completa así un inicio soñado, que nunca se atrevió a imaginar. El duelo siguió un carril similar a todos los anteriores y se resolvió en tres momentos puntuales, que ahora sonríen al equipo de Escribá. Su inercia le hace vencedor de todas las batallas, de partidos que no siempre merece ganar.
El Zaragoza ha aprendido a congregar a la suerte. Los tres goles de ayer pueden servir de ejemplo. En el primero, Manu Vallejo resolvió de espaldas. En el segundo, Alcalá desvió un centro de Toni Moya a su propia portería. En el tercero, Mollejo creyó en el error de Marc Martínez y firmó la sentencia. Casi en el mismo lugar que los tantos pueden estar los dos palos del Cartagena, que podían haber cambiado el guión del encuentro.
Hay en los partidos del Zaragoza una poderosa fe en sus recursos. Comprometido en el plano defensivo, el equipo sabe resguardarse de la lluvia. Si el equipo sufre por los perfiles, el carril central domina la defensa, con Jair colgado del aire. La ausencia de Francés no es tan determinante si a cambio se descubre a Mouriño, impecable en su debut. El uruguayo es una bestia que también viste de central. Unos metros por detrás, Cristian Álvarez congela el tiempo. Resuelve el juego aéreo y está para los días de oficina y también para los milagros.
En un punto de la temporada en el que todo funciona, también los debutantes mejoran el panorama. Manu Vallejo marcó en su estreno y Quentin Lecoeuche sirvió como remplazo de Nieto. Mientras Bakis completó su mejor tiempo en Zaragoza en la segunda mitad en Cartagena, Mollejo le añadió un gol a todo su trabajo. Con un pero: el gesto que llegó después en la celebración, muy de Rubiales, podría ser castigado por La Liga.
El Zaragoza le vence a la historia, empeñado en ganar también cuando juega mal. La suerte le favorece y elige el carril de las victorias por una cuestión fundamental: nunca pareció tan convencido de sus propias posibilidades. Y sus pasos, sin serlo siempre en el juego, nunca parecieron tan firmes en los partidos.