ZARAGOZA | Pau Sans fue titular por tercera vez en Liga el pasado viernes frente al Albacete. El canterano tardará en olvidar un duelo bipolar, cuyos contrastes también le afectaron a él. Si el Zaragoza creyó en el triunfo fue a través del camino que el canterano dibujó en la primera mitad. Curiosamente, acabó apareciendo en la foto de la derrota, en una falta en la que también falló Poussin.
Hay algo especial en el juego de Pau Sans, una insolencia diferente, un fútbol fresco y callejero. Sans juega sin pedir permiso. Arriesga y sonríe, como si el fútbol estuviera hecho para los que son felices y no temen demostrarlo. En la primera mitad, el Zaragoza creyó en la victoria a través de sus intentos. También a partir de una sociedad prometedora con Samed Bazdar, entre jugadores de un corte singular, capaces de responder con sus pies a las preguntas que plantea la cabeza del otro.
Las dos caras del partido de Pau Sans
Pau probó desde lejos y fue capaz de bajar el balón a la tierra, ante la mirada de dos defensores que tenían pinta de ladrillo. Sans jugó por su cuenta y bordeó un gol que el VAR decidió anularle a Clemente. Quedó la impresión de que el chico jugaba contra un cliché: hasta ahora los tres entrenadores del curso le habían adjudicado el lugar de un revulsivo. Sans demostró en el Belmonte que puede ser todo lo contrario.
Como el fútbol nunca se explicó desde la justicia, el partido le reservaba el trago más amargo a él y al Zaragoza. Si nada fue igual después del descanso, el segundo tanto tuvo ya el valor de una condena. Sans retrocedió y no evitó el saque de Agus Medina. Gaëtan Poussin había abandonado su puerta para ordenar su infantería. Bastó un segundo para que Medina marcara y el zaragocismo se dividiera entre los que pensaron que la responsabilidad le correspondía a Poussin y los que creyeron que el fallo era de Sans. La división es tan equitativa que lo justo sería pensar que hay una culpa proporcional para las dos partes. Por ponerle cierta perspectiva al asunto conviene recordar que uno de los dos está más que el otro en la edad de equivocarse.
Quedó, eso sí, la impresión de que la misma picardía que ha definido a Sans hasta ahora jugó en contra del canterano en Albacete. Actuó ante una etiqueta y logró vencerle en una buena primera mitad. Pero acabó condenado por una juventud a la que solo se le adivinaban virtudes y que descubrió el viernes un defecto. El partido será difícil de olvidar y descubrió los dos polos opuestos de este juego. Lo hizo para el Real Zaragoza y también para Pau Sans.