ZARAGOZA | Pau Sans acudió a Palmadas al Viento, de Sport Aragón, y entabló una conversación amplia, natural y llena de sonrisas. Describió su camino en el fútbol de formación, habló del playoff del Deportivo Aragón y de sus sueños de fútbol.
Su talento procede de la calle, de partidos interminables en una pista de fútbol sala en el barrio de Valdefierro. Allí aprendió sus trucos y soñó mil veces con poner en pie La Romareda.
Empezamos por la cita del próximo domingo, el duelo entre Deportivo Aragón ante el Pontevedra. El mejor premio para todo un grupo y una generación de futbolistas…
Creo que es un premio que nos hemos ganado a pulso. Somos un equipo que ha ido creciendo, que estamos haciendo un buen fútbol, que disfrutamos jugando. Tenemos ganas del domingo. Y si conseguimos mantener lo que estamos haciendo, podemos jugar un gran playoff.
¿Cómo visualizas el partido?
Me imagino un partido disputado. El Pontevedra es un equipo que ha optado a ser campeón toda la liga. Perdió el liderato en la antepenúltima jornada. Será un encuentro bonito. Creo que los dos proponemos un juego ofensivo y queremos mostrarlo a la afición. Queremos que venga mucha gente a vernos. Y si disfruta la gente, nosotros lo haremos también.
Los inicios de Pau Sans
La pista te da picardía, manejo en el espacio reducido. Cuando tengo poco tiempo para reaccionar a una jugada, aparece el instinto. Antes de que me llegue el balón, sí que puedo pensar lo que voy a hacer. Pero cuando recibo, sí que me salen las cosas que aprendí en esa pista.
Viajamos el principio de esta historia, por partidos improvisados, en duelos a sol y sombra en una urbanización…
En nuestra urbanización había un campo de fútbol sala. Y somos un grupo de chavales a los que nos encantaba el fútbol. Todos eran mayores que yo. Montábamos equipos y jugábamos sin parar. La pista te da picardía, manejo en el espacio reducido. Te da la posibilidad de generar mucho en poco tiempo. Eso me ha ayudado a ser el futbolista que soy ahora.
Tenías buenos acompañantes…
El otro día lo hablaba con Fabio Conte, que vive en la misma urbanización y que también ha vivido lo mismo en esa pista. Pensamos que eso es lo que nos ha ayudado a estar en el filial, a acercarnos al primer equipo del Real Zaragoza.
También estaba tu hermano, Álex Sans. Tres años mayor que tú, pertenece a una generación de campeones, con Francho Serrano y compañía. Allí se patentó el juego de El Larguero, ¿cómo era ese juego?
Era un todos contra todos. Mi padre, que era el portero, le pegaba un pelotazo al larguero y volvía una bola bombeada. Había que luchar y ver quién marcaba el gol. El gol era el pase a la siguiente ronda y había que jugar hasta que solo quedase uno.
Era una guerra y el más fuerte sobrevivía. Físicamente eras el más débil, pero siempre lograbas llegar a la última ronda. Luego la academia modeló tu juego, pero la calle también permaneció…
Lo que más saco de esa pista fue aprender a enfrentarme con gente que era físicamente más grande que yo. Luego crecí, pero siempre fui de los más pequeños. Pienso que ahí aprendí a desenvolverme y, de hecho, ahora prefiero que me cubra gente más alta. Cuando tengo poco tiempo para reaccionar a una jugada, ahí aparece el instinto. Antes de que me llegue el balón, sí que puedo pensar lo que voy a hacer en una jugada. Pero cuando recibo, ahí me salen las cosas que aprendí en esa pista.
¿Se está perdiendo el jugador de la calle?
Creo que hoy en día los niños están con los móviles y otras distracciones. Es lo más fácil: cuando el niño llora, le das el móvil o el iPad. A nosotros antes nos tenían que echar de la pista con las manos negras, con las rodillas peladas y las rodilleras desechas.
Siempre me he inspirado en Diego Milito. No lo llegué a ver mucho en directo, pero veía todas sus jugadas. Siempre estaba en el lugar en el que había que estar. Mi hermano, Álex Sans, fue mi primer ídolo.
Hay ejemplos que también marcan ese inicio…
Siempre me he inspirado en Diego Milito. No lo llegué a ver mucho en directo, pero veía todas sus jugadas. Siempre estaba en el lugar en el que había que estar. Cada jugada podía ser gol. Era uno de mis ídolos. Tengo otros. El fútbol creativo de Ronaldinho o de Neymar te asombra y te motiva para intentar repetir sus jugadas.
Ahora eres delantero pero empezaste jugando por fuera…
Empecé en la banda, jugué toda mi infancia allí. Luego me pasaron al medio, era volante, un ocho. Al poco tiempo, me ubicaron en la media punta, hasta que hace dos años empecé a jugar como delantero.
Ya lo hemos dicho, pero para esa posición tenías un modelo en la familia…
Mi hermano era mi ídolo. Él sí que siempre ha sido delantero. Zurdo. La ocasión que tenía iba para dentro. Tener a alguien al que te quieras parecer en casa es lo mejor. Me fijaba en su forma de entrar a rematar, en sus descargas de cara… Todo lo que hacía mi hermano era algo que yo quería imitar. Entonces partíamos de posiciones distintas, pero lo intentaba trasladar a mi juego.
El Amistad es tu primera estación. ¿Cómo fue aquella etapa?
Estuve desde la escuela hasta alevín preferente, durante 5 años. Jugué con Hugo Anglada o Marc Cucalón. En ese benjamín preferente disfruté todos los partidos. Lo ganábamos todo. En mitad de temporada, ya habíamos logrado la liga. Esa es una temporada que recordaré siempre, estoy muy feliz y orgulloso del año que vivimos.
Tus entrenadores te recuerdan siempre sonriente y sin alguna pala…
De pequeño me rompí las palas contra una mesa. Sonreía y metía la lengua entre las dos palas. Me salieron hacia fuera y me tuvieron que poner Brackets. Era gracioso porque sacaba la lengua y hacía mucho el monguer.
La llegada a La Ciudad Deportiva
Pedro Suñén llamó a mi padre cuando los dos íbamos en el coche. Al escuchar la palabra Zaragoza no me lo podía creer. Cuando me puse la camiseta del Real Zaragoza le pedí a mi padre que me hiciera una foto. Me quedaba genial.
¿Cómo recuerdas la llamada del Zaragoza?
Al acabar la temporada con el Amistad, me llamaron para ir con un compañero a hacer las pruebas. Ya las había hecho en benjamín preferente. Acudí allí a un partido amistoso y me salió bien. Al finalizar el año me llamó Pedro Suñén y yo estaba en el coche con mi padre. Al escuchar la palabra Zaragoza no me lo podía creer. No podía gritar porque mi padre estaba en plena conversación. Al acabar, grité de alegría. Cuando me puse la camiseta del Real Zaragoza, le pedí a mi padre que me hiciera una foto. Me quedaba genial.
¿Quién te entrenó entonces? ¿Hubo algún compañero que te acompañara hasta hoy?
Me entrenó Iván Martínez y creo que solo Chema Aragüés ha llegado hasta el filial conmigo.
¿Cómo fue tu llegada a ese equipo? No es sencillo aparecer en un equipo en el que no siempre eres la estrella…
Tuve la suerte de entrar con otro compañero del Amistad y me refugiaba en la gente que conocía. Allí era una de las cabezas más visibles. Cuando apareces en La Ciudad Deportiva te lo tienes que ganar desde cero. Soy un chico que hablo mucho, que me gusta divertirme con todo el mundo y, al poco tiempo, me integré muy bien en el equipo.
En tus ocho años en la cantera, has tenido entrenadores que te han marcado para siempre…
Todos han sido muy buenos conmigo y de todos he aprendido un montón. Iván Martínez, Quique Falcón, Chente, Raúl Martínez, Jorge Abad, Javier Garcés, Emilio Larraz y los que he tenido en el primer equipo.
El partido ante la Grama marcó un antes y un después. Todo lo que tocaba iba para dentro. Marqué 5 goles en 63 minutos. Al acabar el encuentro, no me lo creía.
El año pasado, hubo un partido que cambia tu paso por el fútbol de formación. Los 5 goles de Pau Sans te llevaron a la primera plana…
Ese partido ante la Grama fue un antes y un después. Lo recuerdo mucho. Todo lo que tocaba iba para dentro. Generábamos ocasiones de la nada. Encima fueron cinco goles en 63 minutos, porque el míster me cambió. Al acabar el encuentro, no me lo creía.
Víctor Burdaló te recuerda como un referente de la generación, como un chico con un ángel especial…
Es una de las mejores personas que me he encontrado en el fútbol. Siempre va de cara, te dice las cosas tal y como son. Ha sido fundamental en todos los equipos que ha estado. Estuvo en el Juvenil que fue campeón. Coincidí con él en benjamines y cuando llegué al Zaragoza. Siempre le desearé lo mejor.
La oportunidad en el primer equipo
Ramón Lozano me llamó cuando estaba en la biblioteca. Me dijo que tenía que entrenar con el primer equipo y que podía debutar ese mismo fin de semana. Salí de la biblioteca y, cuando volví a entrar, no pude estudiar. No me lo creía. Fue todo súper rápido.
Luego llegó tu irrupción al primer equipo, de la mano de Fran Escriba ¿Cómo recuerdas esa semana?
Fue todo súper rápido. Dos semanas antes jugué contra el Ebro y marqué. La semana siguiente debuté con el filial ante el Teruel, en un partido que resolvió Borge en el último minuto. Después se lesionó Mollejo en Andorra. Yo estaba en la biblioteca de la universidad cuando me llamaron. Lo hizo Ramón Lozano. Me dijo que al día siguiente tenía que entrenar con el primer equipo y que podía debutar ese mismo fin de semana.
Es otra de las llamadas que nunca olvidarás…
Salí de la biblioteca y cuando volví a entrar, me senté frente al ordenador. No podía estudiar. No me lo creía. Fui a casa, se lo comenté a mi familia y fue un momento muy feliz. Además esa semana se dio algo curioso. Lo normal es ir convocado antes y debutar en las siguientes citaciones. Justo ese día fui convocado y jugué. A pesar del resultado, fue un buen debut. Pero todos mis recuerdos son muy rápidos de entonces. En cosa de una semana debuté con el filial y con el primer equipo. Es algo que va a durar para toda mi vida.
¿Cuándo llegaste al primer equipo quién te acogió?
Francho me conocía de la época en la que coincidió con mi hermano y me trató muy bien. Los chavales de la cantera, Francho, Francés e Iván, fueron los que más me arroparon. Luego es verdad que era un grupo muy bueno y también Bebé me acogió de una forma muy especial.
¿Cómo es el protocolo de un canterano en el primer equipo?
Es diferente desde el juvenil que desde el filial. El año pasado cuando iba a la Ciudad Deportiva me tenía que cambiar solo en mi vestuario. Es algo sagrado, que tienes que respetar. Entiendo que sea así, que en el fútbol hay unos roles. Después de cambiarme solo fui al entrenamiento por el pasillo y saludé a Fran Escribá y a los compañeros. En ese momento te paras a pensar que todo el trabajo ha tenido su recompensa, que estás cumpliendo tu sueño. Y cuando llegas al rondo ni se pregunta, cabeza baja y al medio.
¿Cómo era Generelo?
Cuando subí, fue el más cercano de todo el cuerpo técnico. Él hizo el mismo camino que nosotros. Se metía a los rondos y era imposible quitarle la pelota. Era un jugón y muy majo. Me alegré mucho de conocerlo y me llevé una gran persona.
De todo lo que me está pasando, le debo mucho a Javier Garcés. Confió en mí, me dio minutos y continuidad. Me gusta el estilo de los tres entrenadores aragoneses. Con Garcés aprendí a jugar al contragolpe, Emilio Larraz se adapta a las dos facetas y a Víctor Fernández le encanta el fútbol ofensivo: veo el fútbol igual que él
¿Qué nos puedes decir de Javier Garcés?
De todo lo que me está pasando, le debo mucho a él. Fue el que insistió en mí como delantero. Confío en mí, me dio minutos y continuidad. Sacó mis cualidades y escondió mis debilidades. Con él aprendí a jugar al contragolpe, a ir al espacio.
¿Cuál es el fútbol en el que te encuentras más cómodo? ¿El de Larraz, el de Garcés o el de Víctor?
Me considero un jugador bastante versátil. Me adapto bien a los tres tipos de juego y los tres me encantan. El contrataque, correr al espacio y el fútbol de combinación. A Víctor Fernández le encanta el juego ofensivo y yo veo el fútbol igual. Emilio Larraz se adapta a las dos facetas, en función del rival y del estado del equipo. Los tres entrenadores crean un fútbol que es de admirar.
Después de un período de sequía, has encontrado la mejor liberación de un delantero…
A nivel de sensaciones ha sido un año bueno con el filial. Creo que he aportado mucho en algunas victorias. Pero es verdad que numéricamente no he marcado los goles del año pasado. No se ha dado. Pienso que las ocasiones las he tenido y que he jugado para merecerlo, incluso para marcar más. Pero en el juego me he encontrado bien y ahora estoy a tope para el playoff.
El debut
Fran Escribá confió en mí para el debut y le debo mucho. Antes de salir me dijo que demostrara lo que era, que hiciera las cosas como las había hecho siempre
¿Cómo explicas a Fran Escribá?
Es otro tipo que va de cara. Además es un técnico que ha entrenado en fases de competiciones europeas. Debuté con un entrenador que sabe una barbaridad de fútbol. Es un tipo muy cercano que trataba de una forma especial a los canteranos. Tener a alguien así ayuda mucho en tus primeras experiencias. Es el técnico que confió en mí para el debut. Le debo mucho.
¿Te acuerdas de lo que te dijo justo antes de salir?
Había hecho una buena semana de entrenamientos y me dijo: “Sal ahí, demuestra lo que eres y hazlo exactamente como lo has hecho hasta ahora”.
Provocaste dos ocasiones muy claras, ¿pensaste mucho en ellas?
Esa semana no pude casi ni dormir. El resultado no acompañaba y piensas que un gol habría podido provocar la remontada. Fue una pena, pero sé que volveré a tener más oportunidades.
Sé que es difícil encontrar palabras para definir ese momento, pero si tuvieras que buscarlas, ¿cuáles serían?
Creo que es la mejor sensación de mi vida. El debut, entrar al césped y el aplauso de la gente. No entiendes cómo pueden aplaudirte tanto. Lo que anima el público a los chavales de la casa es increíble. Me falta saber que se siente en un gol. No me quiero imaginar cómo puede ser marcar en La Romareda.
¿Tienes alguna superstición?
Tengo un montón. Para empezar la venda en la mano. Aparte de la superstición es que me rompí la última falange hace un tiempo. Me vendé y me siento más cómodo jugando con ella. Pero tengo más. Siempre juego con el mismo calzoncillo, de color azul, como el pantalón. Mi primer paso en el campo es con el pie izquierdo. Doy tres saltos antes de empezar el partido. Y de camino al campo, siempre escucho las mismas canciones.
Escribá me dejó muchas cosas, me dio una confianza plena. De Velázquez aprendí el valor del trabajo defensivo. Y a Víctor Fernández le gusta que encare, que me muestre, que genere ocasiones y que me asocie con el resto.
El Real Zaragoza viaja el domingo a un campo en el que tú ya jugaste. Allí también mostraste que hay recursos de la calle en tus botas, en otra jugada en la que te quedaste a un dedo de tu sueño…
Te diría que esa semana dormí peor que en la del debut. Ese gol sí que habría significado la victoria. Después del pase de Vada, hice el control y me quedé delante de la portería. Aún no entiendo cómo la pude fallar. De esas, habré hecho un montón. Supongo que pensé que lo tenía hecho y la mandé arriba. La pelota estará aún por el Tartiere dando vueltas. Esos minutos me vi bien, jugar un rato más largo me dio la posibilidad de mostrarme un poco más, de asociarme y de provocar ocasiones.
Has jugado con tres entrenadores distintos en el primer equipo, ¿qué te dejó cada uno de ellos?
Escribá me dejó muchas cosas, pero me dio una confianza plena en mí. Me decía cada día que hiciera lo que sé hacer. De Velázquez aprendí matices tácticos, el valor que tiene el trabajo defensivo: desde arriba hasta abajo. Y Víctor Fernández explota el fútbol ofensivo, me pide que intente hacer lo que he hecho en todas las categorías. Le gusta que encare, que me muestre, que genere ocasiones y que me asocie con el resto.
¿Y David Navarro?
Es otro clásico. Hablo mucho de fútbol con él, sabe muchísimo. Lleva desde los veinte años entrenando y se nota.
¿Te ha podido afectar jugar en tres categorías diferentes en tan poco tiempo?
En primer lugar, bendito problema. Es verdad que para jugar un partido lo mejor no es pegarte un viaje de unos 500 kilómetros. Aún así, ojalá siempre pase eso. Pero la continuidad que tienes con un equipo te permite sacar lo mejor de ti, conocer a tus compañeros, entenderte mejor. Se nota que cuando viajas, llegas tarde a casa y al día siguiente tienes que jugar a las 11:30 h con el filial. No es fácil, pero ojalá siempre tenga este problema.
Real Zaragoza y Deportivo Aragón
Bebé es el futbolista que más me ha impresionado en el primer equipo. Y fuera del campo era muy divertido. Alejandro Francés es un gran jugador y lo demuestra cada partido
¿Quién es el compañero que más te ha impresionado?
Del primer equipo, Bebé. Se le veían cosas diferentes. Fuera del campo era un 10, muy divertido, te reías muchísimo. Fue otro de los padrinos que tuve en el primer equipo. Con Francés me llevo muy bien y cuando le veo jugar siempre nos hacemos bromas, pero es un gran jugador. Lo demuestra cada partido. Del filial, te diría que todos…
¿Qué tiene este filial que le hace tan especial?
Te nombraría a todos los jugadores. Todos aportamos algo para ser un equipo ganador. Desde el portero hasta el delantero, del primero hasta el último. Estoy muy feliz de poder jugar en un equipo así. Además somos un gran grupo humano, nos llevamos genial, nos hacemos bromas… Estoy muy feliz de compartir mi tiempo con esta gente.
¿Cómo defines a Fabio Conte?
Fabio Conte es un pan de dios. Cuando subí al primer equipo el año pasado le escribí un mensaje para ver si me podía subir al campo. Desde ese día, siempre subimos a entrenar juntos, hablamos muchísimo. Vemos el fútbol de la misma manera y coincidir con alguien con el que hace años jugué en una pista es lo mejor que me ha podido pasar.
¿Y Adrián Liso?
Bua. Otro. Jugadorazo. Me alegré mucho de su debut contra el Espanyol y se lo comenté entonces. Se lo ha merecido, se lo ha ganado a pulso. Él subió cuando era su primer año de juvenil y el mío el segundo. En su primera acción, dribló y pegó un derechazo que no fue gol de milagro. Desde ese momento vi que era especial. Siempre me he llevado muy bien con él y es un chico muy bueno y muy cercano. Todo lo que le está pasando es merecido.
Me quedo aquí porque es el Real Zaragoza. Y pienso que hoy en día lo mejor que se puede hacer es quedarte. El club está confiando en la cantera
En los últimos años, ha habido una fuga de talentos de La Ciudad Deportiva. ¿Tú por qué te quedas?
Con mi familia tomamos las decisiones todos juntos. Siempre hemos pensado y pensaremos que la mejor opción siempre es en casa, con tu familia, tus amigos. Y me quedo porque es el Real Zaragoza. Ver el Zaragoza, poder jugar en La Romareda y poder cumplir tus sueños es algo que hay que hacer. Y pienso que hoy en día lo mejor es quedarte. Estamos viendo que se está creyendo en la cantera, que están debutando un montón de chicos. Hoy ha entrenado Hugo Pinilla y eso sirve como ejemplo. Se está confiando en la cantera.
¿Qué importancia le da Pau Sans al entorno?
Diría que tiene casi la misma que lo que haces en el campo. Tienes que tener la cabeza bien amueblada, saber de dónde vienes y saber a lo que vas. En mi familia siempre me han inculcado que los estudios son lo verdaderamente importante, que el fútbol es algo pasajero. Que mantenga la humildad, que me mantenga cercano con la gente, que ayude a los que lo están pasando mal. Pienso que sin mis padres y mi hermano, no podría tomar las decisiones que tomo.
¿De dónde viene tu apodo de la araña?
No puedo contarlo del todo. Tengo un referente que se denominaba la araña y lo adquirí yo también. Mis amigos empezaron a vacilarme, a llamarme la araña y cuando subí al filial todos lo usaron a la vez. Ya se me ha quedado y me gusta.
El año que viene me veo aquí, estoy muy feliz en Zaragoza. No hace falta ni decir con que sueño: con el gol del ascenso.
¿Dónde te ves el año que viene?
Yo aquí. Estoy muy feliz en Zaragoza y ojalá tenga más oportunidades, para demostrarle a la gente lo que soy como futbolista.
¿Con qué sueñas cuando sueñas?
No hace falta ni decirlo. Con el gol del ascenso. Sería, de largo, la mejor hazaña. Casi todo lo que he visto ha sido con el Zaragoza en Segunda. Volver con el Real Zaragoza a Primera División con un gol mío, sería el mejor de todos mis sueños.